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lunes, 19 de diciembre de 2011

Messi y los dos linajes - Juan Sasturain

Es sabida la brillante tesis de Ricardo Piglia respecto de Borges, que se puede sintetizar en la alevosa construcción, por parte del mismo maestro, de una doble tradición personal, dos linajes que confluirían en su obra y le darían (in)equívoca identidad: el linaje de la sangre –encarnado en la memoria de su madre, que narra / confunde la historia familiar (Isidoro Acevedo, el coronel Francisco Borges) con la Historia a secas, el devenir de la Patria– y el linaje de los libros, representado por la infinita biblioteca de su padre, esa multitud de volúmenes ingleses entre los que –dice– se crió.

Inevitablemente argentino y deliberadamente universal, Borges –el conjunto de la obra borgiana– es impensable e inexplicable si no se reconoce la convergencia / superposición / complementariedad única y enriquecedora de estos dos reconocidos linajes. Por eso es original y, además, por talento, es un genio.

Claro que no siempre –o casi nunca– la apreciación de esa totalidad compleja irreductible a categorías simples resulta satisfactoria para ciertos lectores, críticos o clasificadores dispuestos a desechar todo aquello que no quepa o calce en la budinera previamente dispuesta: qué clase de escritor tan argentino es éste, tan universal que parece que podría ser de cualquier otra parte. Algo así.

El tema de Borges, su carácter excepcional y las dificultades que presenta encasillar su figura para cualquier mentalidad que piense la identidad en términos de apropiación (nacionalista o de cualquier tipo) reaparece, transpuesta, corrida, pero con renovados elementos de análisis, en el caso, no tan distante como parecería, de Lionel Messi, un genio argentino / universal absoluto con identidad –por lo menos– en discusión.

Al respecto creo, sinceramente, que si bien el maravilloso jugador no ha formulado al menos hasta ahora –que yo sepa– teoría o declaración alguna en cuanto a lo que considera sería el origen de sus habilidades y saberes, el entramado íntimo de factores y experiencias, las vivencias clave que han hecho de Messi lo que Messi es jugando al fútbol, tenemos elementos más que suficientes como para proponer en su nombre y para su / nuestra mejor comprensión del fenómeno (que lo es) algunas hipótesis tal vez no descaminadas.

Cabe acaso hacer un leve rodeo conceptual. Es sabido que para jugar al fútbol primero hay que saber jugar a la pelota. Un saber no implica el otro ni lo sobreentiende ni lo sustituye. Como la relación entre hablar y leer-escribir. Son dos cosas distintas y de aprendizaje sucesivo, habitual/naturalmente no simultáneo. Hoy está en crisis esto.

Antes de los arcos, del gol, de la idea de compañeros y de rivales, antes del fútbol mismo están la pelota, la relación individual con ella, el de-safío de controlar, amansar, manejar, dirigir, escamotear un objeto que está hecho intencionadamente para moverse, ser incontrolable... Además, maravillosamente, el fútbol adquiere su sentido y grandeza a partir de imponerse libremente la inhumana dificultad inicial: la interdicción básica, el tabú de no usar la mano.

No en todas partes se aprende a jugar a la pelota de la misma manera. Creemos que en la relación con la pelota (cómo se juega, cómo se la usa, se la concibe, piensa y trata) suele radicar la escurridiza identidad –concepto hoy en crisis– de una comunidad futbolera: país, región, cultura, clase, raza y sus mezclas. Y eso tiene que ver con la experiencia primaria, inicial, de contacto con la movediza esfera.

El padre futbolero argentino llega a casa y trae de regalo a su tambaleante hijo varón de año y medio la primera pelota. La suelta y cuando el bebé va a agarrarla escucha: “No, con el pie”. Esa es la regla primera y fundante. La otra es meses después, cuando tras patear ida y vuelta durante rato largo, el padre no devuelve la pelota sino que pone el pie encima y dice: “Vení a buscarla, sacámela”. Y cuando el pibe tira la patadita patea el aire, ya no está ahí. Y hay que sacársela a papá, que la pisa, la oculta con el cuerpo, pone el culo, gambetea. Primero se aprende eso. Y al socializar, se nota. En un cumpleaños de cuatro años, se suelta una pelota y todos corren detrás, el que la consigue gambetea hasta que otro se la quita y éste sigue hasta que la pierde y así... La primera relación con la pelota –en la Argentina– es de dominio y posesión: es algo que uno consigue, tiene y retiene, gambeteando, a base de habilidad, manejo, astucia, hasta perderla. Los arcos y los compañeros vienen después, con la idea de partido –que ya es fútbol, no pelota– y finalmente se adquiere, a regañadientes, como debe ser, la idea de pase. El pase es el último recurso cuando no puede tenérsela más...

En este país y en esta cultura, esta manera de concebir empíricamente el juego desde la posesión individual de la pelota se desarrolló históricamente en un ámbito irregular e improvisado, el potrero –que exigía destreza extrema en el dominio–, y se expresó en una forma de enfrentamiento ocasional y anárquico, el picado, que no era otra cosa que suma de individualidades. Demás está decir que no todas las culturas futboleras están basadas en esta idea-fuerza primigenia. La argentina, sí. Con todas sus virtudes y limitaciones, es desde esta base conceptual inconsciente que hemos generado nuestras grandes individualidades desequilibrantes: grandes jugadores de pelota –aptitud técnica– que, a veces, fueron grandes jugadores de fútbol: concepto táctico. No siempre, claro. Lo que sí, la ecuación no es reversible. Porque la (destreza) técnica se desarrolla, se aprende, pero no se enseña.

Así, aprender –y enseñar– a jugar al fútbol es una operación radicalmente diferente, que requiere un salto cualitativo, con la adquisición de otros conceptos, que pueden ser diferentes según la experiencia, la escuela, incluso la ideología de los responsables de impartirlos como válidos. Y no en todas partes ni momentos se ha jugado ni se juega al fútbol de la misma manera. En eso también hay diferencias que marcan idiosincrasia.

Volviendo, tras el necesario rodeo, al caso de Lionel Messi, creo que se trata, como en el ejemplo borgeano, de la notable confluencia de un doble linaje. Parafraseando a Piglia, en la Pulga hay un linaje de la sangre, mamado intuitivamente en la primera infancia y preadolescencia, que tiene que ver con la experiencia inigualable e intransferible de haber aprendido a jugar a la pelota en la Argentina. Lionel no se crió en Manresa ni a orillas del Llobregat, sino en Rosario: respiró, transpiró esa tradición y esa técnica. Y fue y es un extraordinario, único, jugador de pelota.

Pero también o sobre todo –a diferencia de otros o de todos los demás– confluye en él, se superpone, sobre esa base técnica furiosamente argentina, otra tradición conceptual, no intuitiva sino más letrada –digamos– que tiene que ver con una manera de concebir el juego, de jugar al fútbol con todas las letras, que es la que recibió, como un dotado Harry Potter en bruto, cuando fue a escuela del fútbol universal que es la del Barcelona, del gran Johan Cruyff y los ancestros holandeses, vía Guardiola & Co, hasta ahora.

Las perplejidades que genera su aparente rendimiento dispar según juegue con la camiseta que representa una tradición o con la otra, tienen que ver –estoy seguro– con no reconocer en él esta condición genial, insólitamente anfibia de su talento. A la inversa de lo que solemos preguntarnos con tantos de nuestros precoces y muy buenos jugadores de pelota arruinados por jugar al fútbol en condiciones –países, clubes, tácticas– que no aprovechan sus aptitudes, hay que atreverse a preguntarnos si Messi hubiera sido lo que es si se hubiera quedado a jugar al fútbol acá.

Yo creo que no.

Pagina 12, Lunes 19 de Diciembre del 2011
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-183702-2011-12-19.html

6 comentarios:

  1. Genio Sasturain, Messi y esta relación tan apropiada entre los "dos linajes".
    Comparto plenamente las expresiones de este grande de la literatura que además conoce el barrio y el fútbol y por eso nos representa en forma tan brillante cuando pone en el papel y elige las palabras que interpretan nuestro pensamiento.
    BIEN ELEDU Y PAGINA 12

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  2. Qué bueeeno! Un grande! Se nota que conoce... o inventa muy bien! Muchas verdades, mucho sentimiento argentino, pero también mucha sinceridad. El salto de jugador de pelota a jugador de fútbol está muy bien explicado, como así también el utópico salto inverso.
    Ojalá los protagonistas del fútbol puedan leer mano inquieta (o página 12). Abrazo!

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  3. Que genio el gordo Sasturain! Se roba a sí mismo en este articulo, escribió un libro que se llama “Wing de metegol” (se consigue en pagina 12 a solo 10 ó 15 pesitos) donde desarrolla estos brillantes conceptos de jugar a la pelota o al fútbol, el dominio y control, los potreros, etc. Por demás recomendable, para aquellos que lo quieran hasta me ofrezco a pasar por el diario a comprárselos.
    Messi… dejaremos de discutirlo alguna vez? Conjeturar acerca de su futuro sino lo hubiese reclutado el Barcelona, en algún punto es entrar en esa, para mi entender, necia discusión. Yo tengo fundadas dudas que si el Barcelona en vez de llevarse a Lionel, se llevaba a Damián Manso (por citar un jugador del mismo club, puesto y similar característica) la historia fuese la misma con el chiquitín que hoy deambula por el mundo con aceptable éxito en ligas menores.
    La otra recurrente es compararlo con Diego, también estoy arto de eso. Messi es producto de un hecho inigualable e irrepetible, hay que disponerse a disfrutarlo cual fuese la camiseta que tenga puesta. Obviamente me encantaría que su mejor versión del Barsa, se reproduzca con la celeste y blanca. Pero aun lo veo difícil, no voy a caer en el facilismo (que si cayo Batista) en esbozar que deberíamos replicar al equipo de Guardiola. Imposible! El técnico de la selección debe encontrar una idea propia de equipo y elegir los mejores intérpretes para explotar el potencial de la pulga. Tarea fácil? Para nada, pero para fácil me pongo a instalar centrales telefónicas… Hasta Chau! Feliz Navidad para todos

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  4. Las cruzas siempre generan novedades. Y la literatura nos muestra que en general, esas novedades, son monstruosas. Hay que leer mucho a Borges para darse cuenta que tras las sagas islandesas, o las literaturas germánicas, o el fanatismo por los clásicos europeos, o los preceptos idealistas de los principales filosofos de la historia que atiborran sus páginas, se esconde, tal vez, el escritor mas argentino (léase porteño) que dio nuestra literatura.
    Lo mismo pasa con Messi, hay que ponerle mucha voluntad para sentir que su juego nos representa, que está inscripto en la tradición del fútbol argentino: habilidad, picardía, presencia, autoridad, fuerte relación con la tribuna, y mucha charla con propios y ajenos. Porque vamos, no es lo mismo el jugador argentino que el brasilero, ni que el uruguayo, aunque compartan similitudes y cercanìas… hay algo que lo hace reconocible y singular como perteneciente a estas tierras….. Porque hablando de escamotear argentinamente el balón como dice Sasturain, deberíamos hacer varias y serias denuncias: Ronaldinho naciò en Lugano y Owen era de La Plata!!
    Sarlo, analizando a Borges y leyendo la teoría de los dos linajes de Piglia, sumó a aquella hipótesis, la idea de que justo en el cruce entre sus lecturas se halla lo novedoso y argentino de su literatura. Haber leído a Hamlet desde Juan Moreira, o la Divina Comedia desde el Martìn Fierro hace que sus textos presenten una tensión que Sarlo llama “conflicto”. Dice Sarlo (a su vez influenciada por un texto de Emir Rodriguez Monegal) de la literatura Borgeseana: (su obra) “está perturbada por la tensión de la mezcla y la nostalgia por una literatura europea que un latinoamericano nunca vive del todo como naturaleza original” (Borges, un escritor en las orillas). Acá el secreto está en el término “conflicto”, que en Borges lo resuelvo sin problemas, pero en Messi, por ahora, me cuesta un poco. Como la literatura pasa por la intelectualidad, disfruto como loco cada texto de Georgi, es trabajoso pero descubro esa argentinidad solapada en algún guerrero bárbaro del siglo VIII, o una esencia de lo porteño en algún ensayo sobre la Gesta de Beowulf; pero como el fútbol me pasa por la pasión y la emoción, me cuesta sintonizar en Messi esa frecuencia argentina que Sasturain menciona en su análisis, siento que hay algo que no termina de ser absolutamente argentino…. Veo jugar a Messi y me agarra una nostalgia de no reconocerlo como un compatriota…. Siento que es un engranaje perfecto en esa máquina que se llama Barcelona, que da gusto verlo jugar y esconder la pelota (que es muy grande por cierto) de los infinitos pies que intentan arrebatársela, pero argentinamente me unen pocas cosas de lo que veo de él.
    La Hipótesis de Piglia me satisface plenamente para explicar lo “deliberadamente” argentino de Borges pese a lo universal de su literatura, por el contrario, y aunque me divierte el uso de ella que hace Sasturain para explicar porque juega así Messi, no me alcanza para reconocer en Messi a un jugador “tradicionalmente” argentino.
    Dejando en claro que lo que está en discusión es la argentinidad de sus producciones, y no la calidad o capacidad, me atrevo, aunque como uds las odio, a hacer una comparación, pero que a lo mejor puede esclarecer algo: siento que Messi es un jugador europeo que triunfa en europa, creo que el Diego fue un jugador esencialmente argentino que triunfó en Europa. Incluso tal vez Messi sea técnicamente infinitamente superior a Maradona, pero en cuanto a lo argentino……
    Ahora, si de argentinidad se trata y tengo que elegir entre Messi y el Diego……. me quedo con Borges!!!!!
    Abrazo a todos!!

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  5. Excelente lo de Santurain!!! Respecto de Messi... Creo que sólo nos queda sentarnos frente a la TV y disfrutarlo.. aplaudirlo, enseñarselo a los hijos. Tenemos la fortuna de ver grandes deportistas que hicieron y hacen historia. Desde el Diego, pasando por Jordan, Roger, Messi, El Turco Mohamed (uy perdón.. se me escapo!).

    Volviendo, JPV dice que Messi al no haber jugado en ningún club argentino, ningun hincha lo siente como propio. Creo que algo de eso hay...y por eso se puede aplicar la idea del linaje. pero sin dudas tiene la picardía de Rosario en las venas, el potrero encima y sigue teniendo hambre por JUGAR a la pelota.

    Asi que a disfrutarlo...

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  6. Gran discusion esta de lo que es argentino y lo que no cuando de futbol se trata. Si ya de por si es dificil ponerse de acuerdo cuando hablamos de futbol, si encima esa discusion esta impregnada de conceptos tan universalmente densos como es la identidad nacional de aquellos que traspasan nuestras fronteras para convertirse en universales, entonces la discusion se torna infinita. Yo solo voy a dar mi opinion en uno de los aspectos y que tiene que ver con cuando se construye la identidad nacional de una persona y por lo tanto su matriz cultural. A mi me parece que en ese sentido no hay ninguna duda que Messi es argentino . Cuando el pibe se fue tenia 13 años. Para esa edad ya habia jugado en todos los potreros vecinos a su casa, habia jugado en Abanderado Grandoli, en Ñuls, con los amigos del barrio, con los primos, con otros pibes de otros clubes que venian de todo Santa Fe y del resto del pais. Para esa edad seguro ya cargaba en el lomo decenas de actos en el Monumento a la Bandera (a quien no se le frunce cuando ves semejante monumento y arriba flameando la celeste y blanca, ¡imaginate un pibito de 6 o 7 años!). Seguro el viejo le habria pasado cientos de veces los goles de Kempes y Maradona, y cuando se fue, enfermo sin saber cual iba a ser su destino, mientras la Argentina se prendia fuego, me imagino a los viejos de Messi,viviendo de prestado en una casa de Lerida, mirando aterrados como la cana amasijaba pibes en su Rosario tan amado. Por eso y muchisimas otras cosas me parece que Messi es Argentino. Disfrutemoslo, es uno de nosotros, con la unica diferencia que, como en mi caso, apenas si puedo tratar de pasarle la pelota a uno de mi misma camiseta.. .

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