La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de
Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..

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sábado, 17 de octubre de 2020

NI UN PASO MAS


La eternidad nos acompaña ciegamente

Una tarde cualquiera puede ser el inicio de un camino que serpentea en la memoria y nos devuelve a lugares que marcaron nuestra historia con letras de lenguas que mantienen su esencia.
Muchos dicen que darse un paseo por nuestro pasado nos refresca, nos empapa con gotas de relatos, con destellos fotográficos que se proyectan en el cielo y nos regala la mejor toma cinematográfica de un documental que de a poco va tomando forma.
Desearía poder recrear de manera auténtica y sensible esos fragmentos de tu historia. Podría haber comenzado hace años, lo sé. Sabrás disculparme pero sigo luchando contra esa sombra que persigue y oscurece mis preguntas.
“Lo mejor de nuestra piel, es que no nos deja huir…” cantaba Solari y se abre el inmenso abanico de oportunidades que nos regala la libre percepción. Así es como siento que no puedo escapar de esas incógnitas, de esos retazos de tu pasado que poco a poco vas mostrando en tus relatos de cualquier tarde. A tu manera, y cuando el silencio se hace presente entre tazas de matecocido con leche y chipa que amasaste con tus manos llenas de bondad, me hacés viajar al origen de tus decisiones. Mostrás esas escenas de la misma manera que has puesto sobre la mesa la receta que aprendiste al costado del horno de barro, mientras la abuela Guillermina amasaba y el abuelo Juan hacía las veces de degustador oficial.
Caen fichas dentro de mi cabeza, se acomodan, buscan su forma y un sonido rompe la silenciosa monotonía.
“Un día gris de una semana cualquiera, me acuerdo de estar en mi lugar de todos los días, el taller mecánico. Para eso me había presentado 3 meses antes al Servicio Militar de mi país, quería servir a mi patria y aprender un oficio. Mi cuñado Daniel Velázquez era el encargado de capacitar en Tornería a los que ingresábamos, así que esos eran mis objetivos. 
Todo parecía indicar que sería un día más, pero recibimos la orden inmediata del Comandante de Agrupación de Conscriptos Sergio Alcaraz: ¡todos a formar!
Nos miramos sin saber qué sucedía, esa orden no parecía ser una de las que recibíamos a diario, no parecía otro baile más. Fue así que recibimos la instrucción y rápidamente nos separaron en grupos. Estábamos a punto de practicar posiciones y ubicaciones para combatir. Cuando esas palabras salieron de su boca, el silencio se hizo espeso, el estruendo de nuestros corazones galopando nos recordaba, por si hacía falta, que ahí estábamos para eso. Nuestra misión era colaborar con las fuerzas de la Cañonera Paraguay y la Cañonera Huamitá y evitar el avance militar argentino en su búsqueda implacable contra el General Juan Domingo Perón. Hasta ese día, no recuerdo si había escuchado alguna vez su nombre, pero por esas cosas del destino se convirtió en un símbolo imborrable en mi vida.
Una vez formados los grupos nos pusieron al tanto de la situación: El Comandante y Capitán de la Embarcación “La cañonera Paraguay” que se encontraba en reparación en el Río de La Plata, le había dicho a los militares argentinos que fueron a buscar al General Perón: ponen un pie en esta embarcación y volamos Buenos Aires. El objetivo de apresar al General, tuvo una barrera que resultaría infranqueable para la embestida militar argentina.
La historia quiso que tales sucesos no se concretaran, que el General encontrara en suelo paraguayo el lugar al que en tierra propia querían ponerle barrotes eternos.
Hoy, luego de 53 años de estar en esta maravillosa tierra Argentina, recuerdo cada día aquella intempestiva pesadilla y despierto entre preguntas que mi historia de Inmigrante construyó. ¡Cuántas sorpresas nos regala el destino! Valió la pena todo lo que viví, cada momento de zozobra, cada intento de cambiar la historia de aquellos que tienen el poder de hacerlo y a veces nos dejan sin nada. Yo tengo 4 hijos hermosos, que me regalaron más hijos del corazón, nietos y bisnietos que alegran mis días, y una compañera que se arrojó a la aventura a mi lado, como yo hubiera tenido que arrojarme si una de esas botas argentinas ponían un pie en la Cañonera.
El agradecimiento a estas tierras se lo debo a los valores que mis padres me inculcaron de pequeño, pero también, por esas finas jugadas del destino, se lo debo al General. Luego de aquellos sucesos, y habiendo cumplido el Servicio Militar, volví a mi pueblo, Altos de la Cordillera, a 60 kilómetros de Asunción.
En una tarde cualquiera, de esas que cambian el rumbo y tiempo después serpentean en mi cabeza, llegó al pueblo un agradecimiento enviado por el General Perón: alimentos, ropa, bicicletas, triciclos y muchas cosas más, que en un lugar olvidado del interior se recibe con inmensa alegría. Porque se puede sentir que alguien se acuerda de vos, que te tiene presente.”
 Las fichas que estaban acomodadas vuelven a buscar nuevas posiciones. Mis ojos buscan sus ojos y el abrazo no tarda en llegar.
Las historias que habitan en esos rincones poco visitados pueden ser más que una señal, se convierten en el mejor de los argumentos de cualquier discurso y nos pueden aclarar el panorama. Hasta pueden terminar con una frase ocurrente, como las que se le ocurren a mi papá en sus momentos de esplendor: “Yo era Peronista antes de conocer al General”.
 
 Muchas gracias a mi viejo, Don Juan, por ser inspirador y ponerle letra a sus recuerdos



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