La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de
Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..

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lunes, 28 de marzo de 2011

Que ... ¿yo no juego?

Ya me lo había dicho hace rato, y yo que soy insistente le venía recordando que la promesa seguía sin cumplirse. Pero como todo en esta vida pasa, seguí con mis obligaciones y decidí darle aire, al fin y al cabo no era algo que yo podía resolver. El domingo arrancó raro. Yo me levanté un poco más tarde de lo habitual, y eso que nos habíamos acostado temprano. En mi familia tenemos la sana costumbre de juntarnos los fines de semana en la casa de amigos. Siempre hay alguno que invita, arma la picada, comemos un asadito o simplemente se piden una pizzas y mientras los grandes charlan de sus cosas, los más pequeños están en su mundo. A veces se hacen las 2 o 3 de la madrugada y seguimos todos despiertos como si el sol todavía acariciara nuestra sien. Pero no había sido el caso este fin de semana. Así que me acerqué al living y lo encontré ahí, tomando mates, mirando por la ventana como buscando alguna respuesta mientras algunos autos pasaban e interrumpían el silencio de domingo. Pero mi sorpresa fue grande al ver que no había diario, él siempre se levanta tempranito, camina las 5 cuadras por Sarmiento, saluda a las pocas personas que a esa hora barren en la vereda o salen de compras, llega hasta el puesto de diarios, y a la vuelta, mientras le da un vistazo a los titulares, compra “algo rico” para el desayuno. Fue entonces cuando advertí que charlaban entre ellos, mientras me miraban tratando que yo no escuchara, pero los de mi generación tenemos algo especial, no nos engañan así nomás. Sabemos cuando hay algo interesante para investigar y tenemos nuestras estrategias para llegar a la verdad.
Ellos se dieron cuenta de mi descubrimiento, se sintieron observados e intimidados y no tuvieron otro remedio que contarme lo que estaban tramando. Tal vez porque no estaba del todo confirmado que íbamos a poder hacerlo, o porque no querían que preguntara cada dos minutos “¿falta mucho?”. Así son, a veces no los entiendo. Quieren que seamos creativos, que preguntemos, que no nos dejemos engañar, que formemos nuestra opinión, pero en cuanto los acorralamos con nuestras inquietudes nos salen con que todavía somos chicos, que esperemos que termine el noticiero, y no se cuántas cosas más. Así que una vez que me lo contaron, contuve mi alegría aunque seguro que mi cara me delataba, porque era lo que esperaba desde hace mucho tiempo .Entonces decidí ser un buen ejemplo para los míos, y después de agradecer agarré la bici y me fui derechito desde la cocina hasta el quincho como cincuenta veces, como un perrito que lleva y trae su hueso. El domingo se hizo interminable. No por aburrido, sino porque la ansiedad hasta me hizo olvidar de pedirle que me lleve a la vereda para andar en monopatín. Al día siguiente, luego de haber cumplido con mis obligaciones, colgué mi mochila en la habitación, dejé el guardapolvos preparado, y le pedí a mi mamá que me preparara el equipo de Independiente así cuando volvía mi papá ya estaba listo. Estaba a punto de cumplir con mi sueño, vestido con los colores que mi papá me enseñó a querer, iba a conocer “la cancha”. Yo quería ponerme los botines porque imaginaba que iba a entrar a jugar, pero mi ilusión se transformó cuando mi mamá me dijo que “sólo” íbamos a mirar el partido. A las cinco de la tarde en punto, tal como lo había prometido, mi papá llegó más contento que nunca, tomó unos mates con mamá, y nos fuimos a cumplir el sueño de estar por primera vez en la cancha del Rojo. El Libertadores de América resultó más grande de lo que yo imaginaba. Cuando nos ubicamos en la butaca de la platea alta con mi papá y mis tíos me di cuenta por qué yo no podía jugar ahí. Todavía soy muy chiquito, y además, el partido terminó como a las once de la noche, y al otro día tenía que ir al jardín.

4 comentarios:

  1. EL ALQUIMISTA J.V.28 de marzo de 2011, 16:20

    Sinceramente, no me acuerdo de la primera vez que fui a la cancha con mi viejo, pero agradezco a Grafo y a Pic, porque con estos relatos, me transmitieron esa sensación. Siempre se vuelve en esta vida, primero con los hijos, después con los nietos. Gracias muchachos!

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  2. Nadie mejor que usted amigo Grafo para ponerse en puño y letra de ese enorme enano de mirada tierna y gesto querible. Esta buenísimo que haya podido convertir en un hecho artístico semejante acontecimiento, felicidades por eso y por haber cumplido con su palabra de padre. Abrazo grande

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  3. Muy bueno Huguito, imaginar la emocion, la ansiedad y la fantasia de un hijo ante tamaño acontecimiento no solo es un recureso literario sino que tambien es hacer el esfuerzo de ubicarse en lo que piensa un chico desde su edad y no desde nuestra propia perspectiva, lo que permite entender a cada momento lo que sienten y piensan y por lo tanto se puede estar mas cerca de saber lo que necesitan.La unica critica que te haria es ¿porque no lo llevastes un domingo que es cuando juegan los equipos grandes?, digo, para evitar que se confunda con el nacional B. Igual, aguante Lauti!!!

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  4. Emocionante 100% Ahora bien... no sería hora de que vayan de vuelta? Es más si él trae suerte no me lo dejas llevar unas tardes al palacio?

    Felicitaciones a ambos por esta gran 1º experiencia vivida juntos.-

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