Cuando los muchachos comenzaron a hacer realidad este blog, Hernán G. (Pig o Fenicio), un integrante algo perezoso del grupo fundador, me había comentado que existía una publicación en el lugar donde trabajaba en la cual escribía comentarios futbolísticos un tal
“Matelisto”. Hice un contacto vía mail con él y me mandó algunos ejemplares virtuales de esa publicación:
“El Chajá Deportivo Digital”. En él Matelisto comentaba los partidos del torneo interempresas que jugaban los muchachos de la compañía Akapol.
Me parecieron excelentes comentarios, porque a pesar de tratarse de particularidades propias del ambiente que solo los participantes conocen, tenían una referencia común y un gran sentido del humor que nos identifica a todos los amantes del fútbol.
El tiempo pasó, Hernán G. ya no trabaja más en esa empresa y perdí el contacto con este verdadero periodista deportivo digital.
No lo conozco, pero, por ser tocayo y a través de las cosas que escribió confieso que le he tomado un “cariño virtual” y hoy quiero compartir un numero de “El Chajá Deportivo Digital” con la familia de Mano Inquieta. Además, como dijo nuestro amigo Pig “creemos fervientemente que compartiendo esto con la gente contribuimos a creer que todavía se pueden contar las cosas de otra manera que no sea el Ole o algunas otras publicaciones poco felices...”
Muchas gracias Matelisto por esta colaboración y cuando quieras.....
CLÁSICO AKAPOLENSE
Por “Matelisto”
¡Cómo le va, amigo lector!
Hacía como tres años que no se jugaba el clásico, y el viernes pasado, en un anochecer inclemente, bajo una leve chispeada, se enfrentaron los representativos de Zelaya y Ballester en el complejo de Marangoni, en Blanco Encalada y Terrero, donde San Isidro empieza a mostrar sus luces y su lustre.
No vaya a creer que eran las selecciones de ambas plantas, no; apenas unos rejuntaditos de algunos sectores, pero valió la pena ir, ya que hemos visto un partido bastante entretenido. Eso sí, fuera de reglamento. Se había pactado formaciones de la categoría “Super 30”, de buena fe, sin constatación de documentos ni nada por el estilo, pero pudimos ver que en el estacionamiento, entre los coches de Zelaya, había un monopatín, y también nos resultó sospechoso un barrilete atado en el alambrado, que desapareció una vez finalizado el encuentro.
A las diferencias deportivas vistas sobre el sintético nos referiremos en instantes; antes queremos detenermos un momento en las de organización. El conjunto zelayense ubicó tras la raya de cal un grupo de cuatro personas cumpliendo distintas funciones: Técnico, Ayudante de Campo, Manager y Director Deportivo, o sea, las mayores jerarquías en apoyo a los que transpiran la camiseta, y como hinchada dos chicos de las inferiores, aunque en este caso no descartamos la posibilidad de que dos madres les hayan dicho a sus maridos “ma sí, andá a jugar pero llevate al nene”. Como usted bien supone, al plantel de Ballester no lo acompañó ni el loro. Y la organización, estimado lector, tiene incidencia sobre lo deportivo. Fijesé si no: los de Ballester jugaron por largos minutos con uno menos, hasta que alguien de Zelaya, con toda hidalguía, los avivó de la pifiada. Aunque, en honor a la verdad, la equiparación de fuerzas resultó más inútil que bocina de submarino, ya que ni bien ingresó otro jugador les encajaron dos pepas consecutivas.
Vamos al grano deportivo. En casi todo momento, el equipo de Zelaya fue el más compacto, el de mayor entendimiento entre sus líneas, con una base muy sólida en el arco, atacantes efectivos y un medio campo creador y dinámico, frente al tan entusiasta como falto de ideas de su oponente.
Como queda dicho, uno de los puntos más altos estuvo bajo los palos, defendidos de manera inmejorable por el “Lolo” Domínguez, quien con su actuación sin fallas dio por tierra con la primera -y prejuiciosa- impresión que nos dejara antes del inicio. Es que el hombre se presentó luciendo (es un decir), una casaca con el logo de “El pulpito” en el pecho (es otro decir). El “Lolo” es un hombre pleno de poesía, inspiración...y ravioles, motivo por el cual la camiseta no le llegó a calzar adecuadamente y el pobre cefalópodo quedó estirado como tabaquera de goma; Tupac Amaru parecía, mire. Uno de los ojitos saltones por encima del ombligo del “Lolo” y el otro por debajo, con tal expresión de espanto que parecía perseguido por una barracuda. Estableciendo un parangón con “Nemo”, se nos ocurre que bien podría desarrollarse un producto destinado al entretenimiento infantil, alguna plastilina con esa figura grotesca y cómica de “El pulpito” en el envase y -porqué no- un “tatoo” para los niños. Habría que hacer vestir de arquero al “Lolo” y fotografiarlo para copiar el modelo; pero rápido, no sea cosa que se le ocurra ponerse a dieta.
Ocupó la última posición en la línea defensiva Jorge Bengoechea, ilustre apellido del fútbol charrúa. Cumplió una actuación satisfactoria y se lo vió como un jugador preocupado por la marca. No entendemos a qué se debió tal preocupación, dado que en largos pasajes el único atacante (¿?) fue Pablito Guasasco. Como si la recia presencia de Bengoechea no fuese suficiente, lo acompaño recostándose sobre el lateral izquierdo Romeo Schneider. Y lo de recostarse no es un eufemismo; casi se nos duerme el hombre. Vio la papa por ese lado y aplicó la ley del menor esfuerzo.
En el medio estuvo lo mejor, el fútbol más puro. En cuanto vimos en acción a un jugador que gasta más suela que empeine, preguntamos: y ese ¿quién es?. "Esmolares", se nos respondió. ¿Quién? ¿Morales?, insistimos. "No, Esmolares", fue la réplica. ¡Ah!...es Molares, dijimos dándolo por comprendido. "No, no, no" se nos espetó con un dejo de impaciencia, "Esmolares, Mario Esmolares". ¡Aaaah...! soltamos, para no hacerla lunga, pero no quedamos satisfechos. Llegados a la redacción alguien nos dijo: "Mirá, si por una vez observás con detenimiento tu PC, verás un ícono que dice "Aplicaciones", hacéle clic y buscá "Select"; repetí el clic y buscá un archivejo denominado FU00085. Lo hicimos, no sin tropiezos, y vimos que el jugador que más nos gustó se llama Mario Smolares. ¡Hubiéramos empezado por ahí! Nos resulta más sencillo llamarlo "Virulazo", ya que nos lo hace recordar cuando la pisa, gira y dibuja.
Otro que no le anduvo en zaga en cuanto a calidad fue Pablo Sierra, maniobrando por la izquierda y acompañando a los delanteros. Mostró buen manejo, toque y probó de media distancia con puntería, ya que dos goles llegaron por rebotes de tiros suyos. Dado su aspecto imberbe, sospechamos que el monopatín era suyo.
Si con estos dos hombres el medio campo de Zelaya se vistió de calidad, funcionó mucho mejor con el aporte esporádico pero inteligente y práctico de un jugador que anda buscando dónde clavar el clavo para colgar los botines. Se trata de Sergio Zaccardi. Cada tanto deja la función de Ayudante de Campo y entra para mejorar la cosa. De la observación de su desempeño fuera de los límites de la cancha, concluímos que Bertón tiene un campito por aquellos pagos y Sergio le da una mano con los chanchos, gallinas, el ordeñe, la levantada de la soja y demás tareas agropecuarias, porque como auxiliar del equipo el tipo no abrió la boca ni para bostezar. Y no es para menos...¡quién se atrevería a insinuar siquiera una indicación al DT Principal, Director Supremo, Presidente de la Corte Suprema de Interpretación Reglamentaria, Comendador, Regente, Mariscal, Fuhrer, Negus y Mbareté rubichá de todos los planteles habidos y por haber en la cantera zelayense! Sabemos que Sergio está haciendo el curso de Técnico a distancia con el secreto anhelo de refregarle el título en las narices al "Zelayasaurio almaceniis". Aclaramos que lo de la distancia no significa que estará habilitado para dirigir desde lejos ni que realice el curso vía Internet, sino que el fulano vive en la loma del peludo.
Como media punta se movió Gabriel Franco. A los tres minutos tiró un lindo tiro sobre el travesaño. Es lo mejor que podemos acotar. Alguien del entorno dijo: "¡Qué bien atajaba Gabriel hace un tiempo!"
David Carrizo, repatriado después de su estrepitoso fracaso en la Liga Zarateña, eligió su club de origen. Sobre su labor vamos a estampar dos líneas:
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El análisis final queda para el "Negro" Ibarra. Si aplicáramos el criterio "Niembro-Clos", le otorgaríamos el premio "Rififí" de la fecha por ser el goleador. El muchacho se movió menos que peón tapando un jaque, pero se las rebuscó para hacer tres goles. En cuanto marcó el tercero Bertón lo sacó. ¡Que conducción ridícula, por favor...! Entró él y...¡marcó otro...! Al ratito salió...creemos que de la vergüenza. Fue de tal magnitud el regalo que le hizo Hernán García para que la meta, que por primera vez en su vida debió experimentar tal sentimiento.
La progresión del marcador fue como sigue:
20' Pablo Sierra le pegó desde quince metros, sobre la izquierda; dio en la base de un poste e Ibarra la empujó. Solo tuvo que hacer un movimiento como muñequito de metegol. 1 a 0.
22' De nuevo el "Negro" después de una buena jugada colectiva. 2 a 0.
28' Fuerte disparo de Pablo Sierra; el arquero da rebote y el "Negro", que andaba por ahí, la guardó. 3 a 0.
33' El único de Ballester que podía hacer un gol, lo hizo; Martín Garavaglia. 1 - 3.
40' Eduardo Bertón. 4 a 1. Si quieren detalles pregúntenle a él, que estará dispuesto a abundar en ellos. A nosotros nos supera. En la Academia de Periodismo Deportivo no nos enseñan a ser estoicos.
48' Martín Garavaglia arrancó desde la mitad, sobre el costado derecho y en diagonal arrastrando gente hasta enfrentar la salida simultánea del "Lolo" y el "Pulpito". Con un toque magistral, de comba y elevación exactas, superó los tentáculos de éste y las manos de aquél para estampar el mejor gol de la jornada. 2 - 4 final.
Hubo tercer tiempo. Un momento muy agradable, de compartida y sincera camaradería. Copamos un barcito en la planta alta de una galería, con vista a la calle. Resultó el mejor paseo de vacaciones invernales para los pibes de Bertón y Romeo, que miraban extasiados los coches y las luces (el de Bertón, más crecidito, le echaba el ojo a cuanta rubia sanisidrense pasaba), mientras saboreaban una importante hamburguesa. Claro, nunca habían visto el mundo nocturno desde esa altura; a lo más que habían trepado es a lomo de caballo o a la montaña rusa de un parque de diversiones que una vez supo pasar por Matheu
¿Qué si jugó un solo equipo? ¡Aaah...no...! Estuvo Ballester. No a la altura de las circunstancias, pero individualmente no lo hicieron mal. El arquero, por ejemplo, resultó una sorpresa. Tanto, que a instantes nomás del inicio, varios de sus compañeros nos preguntaban: "Che...quién es el quía". "Es Mauricio Presaras, de Ardal". "Se coló..." "No creo; alguien lo habrá convocado". Y el hombre se destacó, pese a los cuatro goles. Creemos que será titular por mucho tiempo, por lo menos hasta la vuelta del "Gato" Corinaldesi, cuando se recupere de su lesión.
Otra sorpresa fue una jugada tipo "remolino", por lo enredada, en la que "Leonardinho" Barbieri gambeteó dos rivales con sendos caños y siguió hasta que la cancha dijo "basta, se terminó".
Si en lo individual no hubieron defecciones, salvo la inexplicable entrega del "Quemero" Hernán a Bertón, en lo colectivo reinó la desorientación. Cómo habrá sido que Guillermo Ponce le preguntó al hombre del estacionamiento dónde quedaba la Panamericana...¡la Panamericana...no el Museo Latinoamericano de Arte Preincaico! Y...son las generaciones de prisioneros de la compu, no las de la vida al aire libre con los Niños Exploradores.
Hubo un aspecto digno de destacar en el conjunto ballesterense: y es el que deriva del precepto enunciado por el filósofo chino del siglo nosecuanto Soy Chan Ta: "Sólo estarás vencido cuando dejes de luchar". El revolcón que un zapatazo de Martín Tarelli le hizo dar al "Lolo" y al "Pulpito" justo al final, lo confirma.
Pero, muchachos, hay que organizarse. Recuerden la máxima del General: "La organización sobrevive al individuo". Si les resulta demasiado profunda, no olviden aquella experiencia del fulano que fue a participar de una festichola mixta con la promesa de obtener seguro placer y que al rato, con cierta parte del cuerpo dolorida clamaba: "hay que organizarse...hay que organizarse"
Hasta la próxima, estimado lector.
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