La eternidad nos acompaña ciegamente.
Una tarde cualquiera puede ser el inicio de un camino que serpentea en la memoria y nos devuelve a lugares que marcaron nuestra historia con letras de lenguas que mantienen su esencia. Muchos dicen que darse un paseo por nuestro pasado nos refresca, nos empapa con gotas de relatos, con destellos fotográficos que se proyectan en el cielo y nos regala la mejor toma cinematográfica de un documental que de a poco va tomando forma. Desearía poder recrear de manera auténtica y sensible esos fragmentos de tu historia. Podría haber comenzado hace años, lo sé. Sabrás disculparme pero sigo luchando contra esa sombra que persigue y oscureceee mis preguntas. “Lo mejor de nuestra piel, es que no nos deja huir…” cantaba Solari y se abre el inmenso abanico de oportunidades que nos regala la libre percepción. Así es como siento que no puedo escapar de esas incógnitas, de esos retazos de tu pasado que poco a poco vas mostrando en tus relatos de cualquier tarde. A tu manera, y cuando el silencio se hace presente entre tazas de mate cocido con leche y chipa que amasaste con tus manos llenas de bondad, me haces viajar al origen de tus decisiones. Mostrás esas escenas de la misma manera que has puesto sobre la mesa la receta que aprendiste al costado del horno de barro, mientras la abuela Guillermina amasaba y el abuelo Juan hacía las veces de degustador oficial. Caen fichas dentro de mi cabeza, se acomodan, buscan su forma y un sonido rompe la silenciosa monotonía.
“Un día gris de una semana cualquiera, me acuerdo de estar en mi lugar de todos los días, el taller mecánico. Para eso me había presentado 3 meses antes al Servicio Militar de mi país, quería servir a mi patria y aprender un oficio. Mi cuñado Daniel Velázquez era el encargado de capacitar en Tornería a los que ingresábamos, así que esos eran mis objetivos. Todo parecía indicar que sería un día más, pero recibimos la orden inmediata del Comandante de Agrupación de Conscriptos Sergio Alcaraz: ¡todos a formar! Nos miramos sin saber qué sucedió, esa orden no parecía ser una de las que recibimos a diario, no parecía otro baile más. Fue así que recibimos la instrucción y rápidamente nos separaron en grupos. Estábamos a punto de practicar posiciones y ubicaciones para combatir. Cuando esas palabras salieron de su boca, el silencio se hizo espeso, el estruendo de nuestros corazones galopando nos recordaba, por si hacía falta, que ahí estábamos para eso. Nuestra misión era colaborar con las fuerzas de la Cañonera Paraguay y la Cañonera Huamitá y evitar el avance militar argentino en su búsqueda implacable contra el General Juan Domingo Perón. Hasta ese día, no recuerdo si había escuchado alguna vez su nombre, pero por esas cosas del destino se convirtió en un símbolo imborrable en mi vida. Una vez formados los grupos nos pusieron al tanto de la situación: El Comandante y Capitán de la Embarcación “La cañonera Paraguay” que se encontraba en reparación en el Río de La Plata, le había dicho a los argentinos que fueron a buscar al General Perón: ponen un pie en esta embarcación y volamos Buenos Aires. El objetivo de apresar al General, tuvo una barrera que resultaría infranqueable para la embestida militar argentina. La historia quiso que tales sucesos no se concretaran, que el General encontrara en suelo paraguayo el lugar al que en tierra propia querían ponerle barrotes eternos. Hoy, luego de 53 años de estar en esta maravillosa tierra Argentina, recuerdo cada día aquella intempestiva pesadilla y despierto entre preguntas que mi historia de Inmigrante construyó. ¡Cuantas sorpresas nos regala el destino! Valió la pena todo lo que viví, cada momento de zozobra, cada intento de cambiar la historia de aquellos que tienen el poder de hacerlo ya veces nos dejan sin nada. Yo tengo 4 hijos hermosos, que me regalaron más hijos del corazón, nietos y bisnietos que alegran mis días, y una compañera que se arrojó a la aventura a mi lado, como yo hubiera tenido que arrojarme si una de esas botas argentinas ponían un pie en la Cañonera. El agradecimiento a estas tierras se lo debo a los valores que mis padres me inculcaron de pequeño, pero también, por esas finas jugadas del destino, se lo debo al General. Luego de aquellos sucesos, y habiendo cumplido el Servicio Militar, regresó a mi pueblo, Altos de la Cordillera, a 60 kilómetros de Asunción. En una tarde cualquiera, de esas que cambian el rumbo y tiempo después serpentean en mi cabeza,Llegó al pueblo un agradecimiento enviado por el General Perón: alimentos, ropa, bicicletas, triciclos y muchas cosas más, que en un lugar olvidado del interior se recibe con inmensa alegría. Porque se puede sentir que alguien se acuerda de vos, que te tiene presente.” Las fichas que estaban acomodadas vuelven a buscar nuevas posiciones. Mis ojos buscan sus ojos y el abrazo no tarda en llegar. Las historias que habitan en esos rincones poco visitados pueden ser más que una señal, se convierten en el mejor de los argumentos de cualquier discurso y nos pueden aclarar el panorama. Hasta pueden terminar con una frase ocurrente, como las que se le ocurre a mi papá en sus momentos de esplendor: “Yo era peronista antes de conocer al General”. Muchas gracias a mi viejo, Don Juan, por ser inspirador y ponerle letra a sus recuerdos.
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Este es un blog de futbol, un blog de cuentos, un blog de historias y recuerdos; es un blog hecho con amigos, para viejos amigos y nuevos amigos.
La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..
Queremos recibir tus aportes y sugerencias a: correomanoinquieta@gmail.com
sábado, 17 de octubre de 2020
viernes, 3 de abril de 2020
VIAJE AL ORIGEN DE LA GAMBETA

Para vos, enano
Etiquetas:
Cuentos Inquietos,
Grafo,
Mano Inquieta y el Futbol
jueves, 2 de abril de 2020
COMO UN DUENDE ENTRE LAS SOMBRAS
“Que noche llena de hastío y de frio, el viento trae un extraño lamento….”. La voz del polaco suena inconfundible desde el estéreo de la camioneta.
Mientras maneja rumbo a la capital a buscar a Gustavo y Eduardo, bajo una fuerte y persistente llovizna, Jorge canturrea por lo bajo –“..parece un pozo de sombras la noche..” Tal cual Polaco, que noche fulera! -piensa Jorge- Esto va a seguir así, cuando hay sudestada difícil que pare hasta mañana. Menos mal que voy con tiempo así los muchachos no se mojan mientras me esperan. “Garuuua, solo y triste por la acera va este corazón transido con tristeza de tapera…” sigue el polaco con su voz aguardentosa. -Espero que Gustavo esta vez no falle. Eduardo seguro que va a estar porque cuando se trata de asado y guitarreada no se la quiere perder. Además, el ya vino para el oeste varias veces, ya está acostumbrado al conurbano profundo. Pero Gustavo no, un par de veces estuvo para venir y a último momento falló. Encima los muchachos están recargosos con eso de que Gustavo no existe, que es mi amigo imaginario y otras boludeces más. ¡ ¡Ya van a ver cuando lo conozcan! Seguro van a pegar onda enseguida. “Perdiiido, como un duende que en las sombras más la busca y más la nombra, garua...tristeza…¡hasta el cielo se ha puesto a llorar!” termina el polaco mientras Jorge va bajando de la autopista.
A los pocos minutos de estar estacionado frente a la plaza Once, Eduardo llega corriendo y se lanza adentro de la camioneta. - ¡Hola Jorgito!¿Cómo estás?¡Que noche de perros viejo! ¿Igual se hace el asadito no? Traje la viola porque hoy le vamos a dar hasta tarde. - ¡Si Edu, por supuesto! ¡Mira si nos va a parar una lloviznita de mierda! -Y el otro muchacho, ¿va a venir? Preguntó un Eduardo ansioso por rajar para el oeste. - ¿Gustavo? Sí …seguro que viene!, le mande mensajito hace un rato y me dijo que a las 7 estaba acá.- contestó Jorge mientras limpiaba los vidrios de la camioneta para ver mejor cuando se acercara Gustavo. - ¡Ahí viene! Está cruzando la plaza.-dijo Jorge aliviado de ver venir a Gustavo y que esta vez no hubiera fallado. Entre la llovizna, Gustavo se acercaba dando saltitos buscando esquivar los charcos. Jorge abrió la ventanilla y le hizo señas para que subiera en la parte de atrás. Gustavo entró, cerró la puerta de la camioneta y mientras sostenía una botellita de agua, y sin saludar a Eduardo, con una voz apenas perceptible dijo: -Perdoname Jorge, creo que no voy a poder acompañarte esta noche… El silencio que siguió a sus palabras duro apenas unos segundos pero pareció una eternidad. Antes de contestar, en esa fracción de tiempo interminable, a Jorge se le cruzaron mil imágenes. La ilusión por el encuentro tantas veces soñado, la vergüenza de llegar sin Gustavo y aguantar las cargadas de los muchachos, ese grupo de escritores inquietos que estaban esperando allá, en el oeste lejano… - ¿Como que no podés? ¿Qué problema tenés??-La frase dicha con un poco de angustia y de fastidio pareció que podría torcer la decisión de Gustavo. -No se Jorge, no me siento bien del estómago. Además, se va a hacer tarde y mañana tengo cosas que hacer. A Jorge la sombra de una duda infinita empezó a nublarle la razón. En su fuero intimo pensaba: ¿Cómo que no se siente bien? ¿Por qué no me mando un mensajito si hoy todo se resuelve por celular, si hasta las relaciones sentimentales más largas se terminan mandando un whatsapp?. ¿Por qué esperar llegar al límite y encima con Eduardo siendo testigo de este momento tan vergonzoso?? Eduardo, el otro pasajero de esa noche de garua interminable, atónito testigo de ese diálogo inquietante, revoleaba los ojos intrigado ensimismado en sus propios pensamientos. ¿Qué está pasando acá? ¿Cómo es que en esta noche tan fría y tan mía se produce esta situación impensada hace solo un momento? ¿Seré yo la causa de este desencuentro? ¿Este muchacho estará incómodo por mi presencia? ¿Tendrá temor de pasar la línea de fronteras de la Gral. Paz que nos adentra en tierra de infieles? La cabeza de Eduardo bullía de interrogantes. -Me dolió el estómago todo el día, por eso estoy a pura agua.- amplio Gustavo su cuadro intestinal para dar mayor dramatismo a las razones de su deserción. Jorge miraba hacia atrás con el brazo apoyado en el respaldo de su asiento a un Gustavo que se debatía en seguir esgrimiendo razones de su ausencia o bajar del vehículo y que termine todo de una vez. Entonces Gustavo hizo un último intento para complacer a un Jorge que a esa altura se estaba poniendo intranquilo. -Por ahí si el asado termina a eso de las once podría ir… El intento fue peor, fue como un mazazo en la poca paciencia que le quedaba a Jorge. ¿Un asado en el conurbano, con guitarreada y vino puede terminar a las once!?? ¿Qué le pasa a este muchacho!?? Esa propuesta imposible de aceptar fue el intento definitivo. -¡No Gustavo, yo no te puedo traer a esa hora, mejor no vengas! Un silencio atroz invadió la cabina de la Partner. Eduardo a esa altura se mordía el labio inferior inquieto ante el inminente desenlace. -Bueno Jorge, es lo mejor, combinamos para otro día...chau…nos vemos en la próxima. Gustavo se bajó despacio, se acomodó la campera para cubrirse de la garua que seguía clavando con sus púas y desapareció como un duende entre las sombras de la noche. Pasaron unos segundos interminables. Jorge aferrado al volante, sin arrancar el motor, miraba al horizonte sin ver, sin decir ni una palabra. Y entonces escuchó lo que necesitaba, una palabra de consuelo que lo saque de ese estado de bronca y desolación, que lo haga volver a la realidad y olvidar rápidamente lo que había pasado con Gustavo -Che Jorge, ¿porque no vamos yendo? ¡A ver si encima se pasa el asado! - dijo finalmente un Eduardo despreocupado por las razones de Gustavo y ansioso por llegar y entrarle a las achuras… Leer más...
Mientras maneja rumbo a la capital a buscar a Gustavo y Eduardo, bajo una fuerte y persistente llovizna, Jorge canturrea por lo bajo –“..parece un pozo de sombras la noche..” Tal cual Polaco, que noche fulera! -piensa Jorge- Esto va a seguir así, cuando hay sudestada difícil que pare hasta mañana. Menos mal que voy con tiempo así los muchachos no se mojan mientras me esperan. “Garuuua, solo y triste por la acera va este corazón transido con tristeza de tapera…” sigue el polaco con su voz aguardentosa. -Espero que Gustavo esta vez no falle. Eduardo seguro que va a estar porque cuando se trata de asado y guitarreada no se la quiere perder. Además, el ya vino para el oeste varias veces, ya está acostumbrado al conurbano profundo. Pero Gustavo no, un par de veces estuvo para venir y a último momento falló. Encima los muchachos están recargosos con eso de que Gustavo no existe, que es mi amigo imaginario y otras boludeces más. ¡ ¡Ya van a ver cuando lo conozcan! Seguro van a pegar onda enseguida. “Perdiiido, como un duende que en las sombras más la busca y más la nombra, garua...tristeza…¡hasta el cielo se ha puesto a llorar!” termina el polaco mientras Jorge va bajando de la autopista.
A los pocos minutos de estar estacionado frente a la plaza Once, Eduardo llega corriendo y se lanza adentro de la camioneta. - ¡Hola Jorgito!¿Cómo estás?¡Que noche de perros viejo! ¿Igual se hace el asadito no? Traje la viola porque hoy le vamos a dar hasta tarde. - ¡Si Edu, por supuesto! ¡Mira si nos va a parar una lloviznita de mierda! -Y el otro muchacho, ¿va a venir? Preguntó un Eduardo ansioso por rajar para el oeste. - ¿Gustavo? Sí …seguro que viene!, le mande mensajito hace un rato y me dijo que a las 7 estaba acá.- contestó Jorge mientras limpiaba los vidrios de la camioneta para ver mejor cuando se acercara Gustavo. - ¡Ahí viene! Está cruzando la plaza.-dijo Jorge aliviado de ver venir a Gustavo y que esta vez no hubiera fallado. Entre la llovizna, Gustavo se acercaba dando saltitos buscando esquivar los charcos. Jorge abrió la ventanilla y le hizo señas para que subiera en la parte de atrás. Gustavo entró, cerró la puerta de la camioneta y mientras sostenía una botellita de agua, y sin saludar a Eduardo, con una voz apenas perceptible dijo: -Perdoname Jorge, creo que no voy a poder acompañarte esta noche… El silencio que siguió a sus palabras duro apenas unos segundos pero pareció una eternidad. Antes de contestar, en esa fracción de tiempo interminable, a Jorge se le cruzaron mil imágenes. La ilusión por el encuentro tantas veces soñado, la vergüenza de llegar sin Gustavo y aguantar las cargadas de los muchachos, ese grupo de escritores inquietos que estaban esperando allá, en el oeste lejano… - ¿Como que no podés? ¿Qué problema tenés??-La frase dicha con un poco de angustia y de fastidio pareció que podría torcer la decisión de Gustavo. -No se Jorge, no me siento bien del estómago. Además, se va a hacer tarde y mañana tengo cosas que hacer. A Jorge la sombra de una duda infinita empezó a nublarle la razón. En su fuero intimo pensaba: ¿Cómo que no se siente bien? ¿Por qué no me mando un mensajito si hoy todo se resuelve por celular, si hasta las relaciones sentimentales más largas se terminan mandando un whatsapp?. ¿Por qué esperar llegar al límite y encima con Eduardo siendo testigo de este momento tan vergonzoso?? Eduardo, el otro pasajero de esa noche de garua interminable, atónito testigo de ese diálogo inquietante, revoleaba los ojos intrigado ensimismado en sus propios pensamientos. ¿Qué está pasando acá? ¿Cómo es que en esta noche tan fría y tan mía se produce esta situación impensada hace solo un momento? ¿Seré yo la causa de este desencuentro? ¿Este muchacho estará incómodo por mi presencia? ¿Tendrá temor de pasar la línea de fronteras de la Gral. Paz que nos adentra en tierra de infieles? La cabeza de Eduardo bullía de interrogantes. -Me dolió el estómago todo el día, por eso estoy a pura agua.- amplio Gustavo su cuadro intestinal para dar mayor dramatismo a las razones de su deserción. Jorge miraba hacia atrás con el brazo apoyado en el respaldo de su asiento a un Gustavo que se debatía en seguir esgrimiendo razones de su ausencia o bajar del vehículo y que termine todo de una vez. Entonces Gustavo hizo un último intento para complacer a un Jorge que a esa altura se estaba poniendo intranquilo. -Por ahí si el asado termina a eso de las once podría ir… El intento fue peor, fue como un mazazo en la poca paciencia que le quedaba a Jorge. ¿Un asado en el conurbano, con guitarreada y vino puede terminar a las once!?? ¿Qué le pasa a este muchacho!?? Esa propuesta imposible de aceptar fue el intento definitivo. -¡No Gustavo, yo no te puedo traer a esa hora, mejor no vengas! Un silencio atroz invadió la cabina de la Partner. Eduardo a esa altura se mordía el labio inferior inquieto ante el inminente desenlace. -Bueno Jorge, es lo mejor, combinamos para otro día...chau…nos vemos en la próxima. Gustavo se bajó despacio, se acomodó la campera para cubrirse de la garua que seguía clavando con sus púas y desapareció como un duende entre las sombras de la noche. Pasaron unos segundos interminables. Jorge aferrado al volante, sin arrancar el motor, miraba al horizonte sin ver, sin decir ni una palabra. Y entonces escuchó lo que necesitaba, una palabra de consuelo que lo saque de ese estado de bronca y desolación, que lo haga volver a la realidad y olvidar rápidamente lo que había pasado con Gustavo -Che Jorge, ¿porque no vamos yendo? ¡A ver si encima se pasa el asado! - dijo finalmente un Eduardo despreocupado por las razones de Gustavo y ansioso por llegar y entrarle a las achuras… Leer más...
martes, 31 de marzo de 2020
LOS ESCRITORES Y EL FUTBOL
Partiendo del supuesto que los escritores son seres humanos y, como tales, en su gran mayoría les gusta el deporte y sobre todo el fútbol, ¿se puede establecer alguna relación entre la literatura que produjo cada uno y el club de sus amores?
Veamos algunos casos:
Gabriel García Marquez, premio nobel 1982, era hincha del Junior de Barranquilla. Nació en 1927 y el club se había fundado en 1924. Su jugador emblema fue el “pìbe” Valderrama, dos veces semifinalista de la Copa Libertadores. Aquí una primera relación, realmente Valderrama tenía una especie de “realismo mágico” en su juego. Lo negativo de la relación de Gabo con su club, creo que debió ser la bandera del Junior, muy parecida a la de EEUU, que no se debe haber gustado nada, cuando fue pasando de la infancia al compromiso político de su juventud y adultez
Eduardo Galeano, hincha de Nacional de Montevideo, autor de Las Venas abiertas de América Latina y uno de los mejores libros sobre el tema, El fútbol a sol y sombra. Es un homenaje al fútbol, un poema escrito en prosa. Dice: “Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.
Albert Camus, famoso escritor premio Nobel 1957, autor de El Extranjero y La Peste, libro que se ha puesto de moda en este tiempo con motivo de la pandemia mundial del Coronoavirus, fue un fan del fútbol, incluso jugó de arquero en un equipo de Argelia, cuna también del gran Sinedine Sidane. Le gustaba decir que no había aprendido la moral en Marx o en los evangelios, sino en su vida de pobreza. En la calle. En los terrenos de fútbol. Fue hincha del Racing Club de Paris.
Arthur Conan Doyle, o más conocido como Sherlock Holmes, era inglés y jugador de fútbol del Portsmouth. También fue arquero como Camus, aunque luego terminaría jugando de 4. En una de las aventuras de Sherlock Holmes –“El tres cuartos desaparecido”- el escritor puso en labios del célebre detective: “Los partidos de fútbol no están en mi horizonte en absoluto”. Teniendo en cuenta esta afirmación, las obra basada en el inquilino del 221B de Baker Street no se relaciona con el fútbol, pero Arthur Conan-Doyle llegó hasta a ganarse la vida como deportista.
Juan Villoro, escritor mexicano, autor de Dios es redondo, Ida y vuelta (a dúo con Martín Caparrós) y Balon dividido. Es hincha del Necaxa. Dijo al respecto "El Necaxa es como la literatura, para las minorías ilustradas". Ha sido cronista en los mundiales Italia 90 para el periódico El Nacional, Francia 98 para La Jornada, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010.
Adolfo Bioy Casares, gran escritor argentino, premio Cervantes 1990. Otro escritor, Ignacio Molina, comenta en un artículo que “No tengo pruebas para afirmar que Adolfo Bioy Casares haya sido hincha o simpatizante de Excursionistas, pero sí es seguro que Excursio es el equipo de fútbol más mencionado en sus relatos y novelas (esto incluye a los cuentos que escribía con Jorge Luis Borges bajo el seudónimo Bustos Domecq)… En mis lecturas pude detectar cuatro textos en los que aparece Excursionistas:
El sueño de los héroes (publicado en 1954):
“De las paredes colgaban cinco retratos: Humberto Primo; unos novios; el equipo argentino de fútbol que, en las Olimpíadas, perdió contra los uruguayos; el equipo de Excursionistas (en colores, recortado de El Gráfico)…
Gauna habló de Larsen y de cómo se habían mudado a Saavedra.
— Ahora soy hombre de Platense — declaró.
— No es mal equipo — contestó Santiago-. Pero yo, como decía Aldini, prefiero a Excursionistas.”
Diario de la guerra del cerdo (1969),
“Hacía tanto frío que a toda la concurrencia del café se le ocurría la misma idea de soplarse las palmas de las manos. Como Vidal no se convencía de que no hubiera allí algo abierto, de vez en cuando miraba en derredor. Dante, que si perdía se enojaba (su devoción por el equipo de fútbol de Excursionistas, inexplicablemente no le había servido para encarar con filosofía las derrotas), lo reprendió por desatender el juego…”
De la forma del mundo (1972),
“Sin embargo, en tres días de isleño, Correa no alcanzó a leer el número de páginas previsto. Perdió el sábado en cuidar un asado y en chupar mate, y el domingo fue a ver el encuentro de Excursionistas y Huracán, porque francamente no sentía ganas de abrir los libros”.
Los inmortales (cuento escrito junto a Jorge Luis Borges) (1978).
“Con dolor en el alma, porque esa tarde se jugaba el desquite de Excursionistas contra Deportivo Español y acaso yo no arribara entre los primeros a la cita de honor, encamíneme al consultorio de Avenida Corrientes y Pasteur…
— Disculpe, Bustos, que lo haya hecho esperar. Fui a retirar entrada para el encuentro de Excursionistas.
Esto es solamente un anticipo de otros artículos sobre el tema para seguir conociendo que los escritores son de carne y hueso y transpiraron la camiseta como nosotros. Como dijo Eduardo Sacheri, “Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol.”
Jorge Vilarrasa
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