En cada comienzo de año, cuando los profesores nos pedían que nos presentáramos y contemos algo de nuestras vidas, "el Rifle", así le pusimos a José Augusto Trípodi desde el día que trajo un Super Valiant calibre 5.5 que era del viejo, para asustar a uno de 5º año que lo tenía de hijo. Claro, nosotros, pibitos recién entrados a la secundaria y ellos grandulotes que no tenían otra cosa que hacer que molestar a los novatos. Decía que en esas presentaciones de principio de año Trípodi inventaba una historia diferente con cada profesor nuevo. Todo esto ante la atenta y cómplice escucha de todos nosotros, que aunque sabíamos que era mentira, no queríamos perder el hilo de la narración para después comentarla en el recreo. Hasta se paraba el muy hijo de puta, se paraba y hacía gestos ampulosos, agrandaba las anécdotas con tanta facilidad que el profe Guevara le auguraba un futuro promisorio como dirigente. Mucho no le pifió Guevara, porque el Rifle fue el primer Presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela después de la época de los milicos.
Bajo su mandato se organizaron los mejores bailes estudiantiles de la Escuela. Los bailes del Nacional se empezaron a hacer famosos, hasta los Directores lo felicitaban por la organización y la popularidad. Todo era éxito para la Lista Verde, encabezada por el rifle, el cabezón Murúa y la petisa González, que como toda petisa tenía toda su belleza acumulada entre sus pantorrillas y su cintura, aunque a decir verdad también venía bien de delantera. La habían puesto como Secretaria para captar los votos de los pebetes de 1º año, que estaban embobados con el culo de la enana. Claro, si usaba un guardapolvo tamaño extra small, que más que guardapolvo parecía una vincha.
Pero una vez la cagó Trípodi. Fue en 5º año. Entró a la escuela una profesora nueva de Filosofía que reemplazaba a María Azucena Stornud. De más está decir la interminable lista de cargadas que teníamos para con Azucena, que se había tomado una licencia antes de jubilarse. Ya estaba grande, y seguramente tendría inflada la paciencia de todas nuestras boberías. O por lo menos eso era lo que nosotros pensábamos, porque por ahí se fue un año a vivir a una casa en la montaña.
La nueva se llamaba Lucía Claxon. Rubia, flaquita, con una nariz prominente, siempre estaba bien arreglada. Y si bien no tenía grandes atributos físicos, la contemplamos de manera exhaustiva la primera vez que la vimos. Ahí fue cuando el rifle nos avisó: "esta es pan comido".
"Bueno, yo soy José Augusto Trípodi. Tengo 17 años, soy hincha de Chacarita, me gusta jugar al ludo. Pero mucho tiempo no tengo, porque los días de semana cuido a mis 9 hermanitos y los fines de semana trabajo de limpieza en un boliche".
El silencio fue total. Nosotros hacíamos fuerza para no reirnos, pero el rifle como siempre tan seguro de su poder de oratoria, se paró junto a su banco y siguió:
"Por eso me cuesta tanto estudiar, sobre todo con las materias que tienen tantas fotocopias. Parece que los profesores no tienen en cuenta estas cosas, pero los alumnos también tenemos nuestros problemas."
La profesora lo escuchó atentamente, y cuando terminó su presentación pudimos observar como trataba de disimular, y con los nudillos del dedo índice se secaba las lágrimas incontenibles ante el relato del joven Trípodi. Pero en lugar de hacerlo pasar por víctima por su supuesta vida sacrificada, se quedó con el comentario de la bibliografía:
- Lo que tenés que saber … José, es que hay materias en las que no se puede profundizar sin la bibliografía adecuada. Es más, nosotros tratamos de recortar capítulos o libros para compilarlos de manera que no sea demasiado para los alumnos. Pero voy a tener muy en cuenta tu comentario – . Dijo esto y el rifle se sentó lentamente, con esa cara de hijo de puta que ponía después de llevar a cabo una nueva cagada.
Ese año, Lucía Claxon fue la única profesora nueva que tuvimos. Tal vez por eso, la teníamos muy en cuenta con cada comentario, porque era raro que los profesores nos hablen con tanta paciencia, con tanta dulzura y demuestren preocupación por lo que pasaba en nuestras vidas.
Un día, la profesora entró a la clase con una bolsa de consorcio. Nadie le preguntó qué traía, porque pensamos que tal vez era algo personal y no quisimos ser tan chusmas. Pero cuando terminó la clase, Lucía le pidió a Trípodi que se quede a hablar con ella. Y como el rifle nunca pasaba desapercibido, todos nos quedamos asombrados del pedido de la profesora, porque sabíamos que la mentira había sido tan exagerada que en algún momento se iba a caer. Así fue que cuando salimos del aula, algunos se fueron al baño a fumarse un pucho, otros al kiosco a comer un tostado, esos que a Don Antonio le salían tan bien, y algunos nos quedamos en el pasillo intentando escuchar algo de lo que la Claxon le decía a Trípodi.
A los cinco minutos, el rifle salió del aula, y dejó pasar a la profesora que se fue caminando con pasos cortos, mirando al piso, como si en cualquier momento se fuera a dar vuelta para ver como una docena de adolescentes nos amontonábamos alrededor de Trípodi.
- Chicos, me fui a la mierda. Les juro que nunca mas me mando una de estas boludeces!- Fue lo único que dijo el flaco cuando Lucía ya se había alejado.
La bolsa que había traido la Profesora era ropa que había juntado de sus sobrinos para los supuestos 9 hermanos que Trípodi tenía a su cargo. En la charla que tuvieron, la Claxon hasta se había ofrecido para cuidar a alguno de los hermanitos de Trípodi cuando el rifle no pudiera hacerlo para cumplir con su agenda laboral desbordada. Prometió que volvería a juntar más ropa y también juguetes, si es que eso no lo ofendía. Ella tenía una debilidad por los niños, tal vez porque aún no tenía ninguno, pero lo cierto es que se ofreció de mil maneras para hacer más liviana la tarea de este adolescente.
Después de eso, el rifle faltó a clases una semana entera. Lo fuimos a buscar un par de veces para jugar al fútbol, pero nadie nos atendía. Era como si hubiese decidido borrarse del mapa. Ni siquiera lo encontramos en la verdulería de la esquina, en lo de Don Ramón, donde se pasaba horas y horas viendo como pasaban las minas del Colegio Parroquial. Nos preocupaba porque él no era de faltar, si hasta los días de lluvia iba, porque sabía que no iba nadie y aprovechaba para chamuyarse alguna piba. Había empezado noviembre y ya estábamos a pleno con los preparativos de la fiesta de egresados, y la presencia de Trípodi se hacía imprescindible.
El día que decidió volver, justo ese día, volvió también la profesora Stornud. Cuando entró al aula, nos quedamos mudos. La cara del rifle se transformó, fue como si hubiese visto un fantasma. Creo que estuvo cuarenta y cinco segundos apretando el capuchón de la bic azul sin dejar de mirar a la profesora.
María Azucena estaba renovada, hasta parecía más joven. Si no la hubiésemos conocido de antes, tal vez le daríamos unos 60 años. Pero estaba serena, de buen humor y a modo de introducción nos dijo:
“- Espero que este mes que queda de clases nos sirva para conocernos un poco aunque sea, he vuelto con muchas ganas y aunque se que ustedes ya están terminando la escuela secundaria quiero que se lleven un lindo recuerdo de nuestra clase. Ustedes ya me conocen, porque hace mucho tiempo que estoy en la escuela, pero yo quiero saber cómo han pasado este año. Así que me gustaría que alguien de ustedes, el que se anime, me cuente algo que…”
En ese momento, un chillido agudo estremeció el aula. La silla del rifle cayó estrepitosamente, con sus largas zancadas salió corriendo, abrió la puerta y el aula quedó en silencio.
AUTOR: Grafo
Este es un blog de futbol, un blog de cuentos, un blog de historias y recuerdos; es un blog hecho con amigos, para viejos amigos y nuevos amigos.
La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..
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martes, 21 de septiembre de 2010
El Rifle
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Gran cuento Hugo. Debo decir que se me vinieron muchos profesores a la cabeza, aunque el recuerdo mas fuerte vino a partir de los apellidos de las profesoras Stornud (Salud!!) y Claxon (Clang!!). Tenia un compañero en secundaria, Pablo Guash (sonaba asi, no me acuerdo si era con G o W), la cuestión es que cada vez que tomaban lista o lo nombraban la situación era la siguiente:
ResponderEliminarPablo Guash... y de algún rincón del aula se sentia: caaa!!!
Un saludo a la distancia a Pablito, un buenaso de los que no abundan....
Tu compañero debe ser pariente de mi compañero de fútbol, Guastoni. Pobre, siempre el mismo chiste de cambiarle una letra! Y el tipo se la bancaba como un duque.
ResponderEliminarmuy bueno,la verdad Huguito me venis sorprendiendo con tus cuentos!!Sigan asi!!
ResponderEliminarExcelente Grafo!!! Gracias por remitirnos a esos hermosos años de la secundaria. Todos tuvimos un compañero como El Rifle y yo en particular, con otros modismos, también un poco lo he sido. Abrazo
ResponderEliminarAsombrosa narrativa, felicitaciones al dueño de la media cancha y por que no, dueño de una mano inquieta que sorprende, muy lindo cuento hugo, un abrazo, seba
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