Darío caminaba mirando al suelo, contando baldosas rotas como para evadir. Dobló en la esquina de Mitre dejando atrás la calle Paso y se metió en la borrachería. Pidió lo de siempre y puso en la fonola una moneda para escuchar a Eric Clapton. Apoyó los codos sobres las rodillas y las palmas de sus manos en cada mejilla, como sosteniéndose la cara. Seguía mirando el suelo sin poder encontrar razón.
Como carajo se le había ocurrido semejante idiotez, cual fue el segundo del orto en el que se presentó la mismísima señora seguridad de mierda, y lo alentó a tomar reverenda decisión. Con cuanta bronca tendría que regresar peso a peso el total del monto pedido prestado a su patrón en la carpintería, dinero utilizado para comprar la entrada en reventa y ya que estaba en plan de gasto, la camiseta original con el número ocho en la espalda del gran Cani.
Todo se había precipitado en el mismo lugar en que él estaba ahora, cuando entre los concurrentes habituales de este bar de mala muerte, se atrevió a confesar que nunca había ido a la cancha a ver a Boca. Para queeee…. le saltaron todos los borrachines a la yugular, en instantes se transformó en el hazme reír del lugar. Lo que mas lo irritó fue el comentario del viejo Jarry, siii ese insoportable hincha del rojo que de por si era soberbio y mal hablado, pero con el as en la manga de su confesión le gritó bien fuerte (para que hasta los que pasaban por la vereda se enteraran) que no cruzaría ni media palabra de futbol nunca mas con él, hasta que no se reciba de hombre y vaya a la cancha. “Ah!! Nada de local, anda de visitante cagon! treinta y sei año virgen de popular” le gritó cuando pensaba que la humillación había terminado.
No lo pudo soportar, Darío enfureció y respondió tan fuerte como su voz lo dejo: “… el domingo voy al Almalfitani, salgo de acá de once, me tomo el Sarmiento y veo como el Diego con el Cani le llenan la canasta a ese paraguayo gordo y fanfarrón, como vos viejo mugriento…”, el silencio se hizo presente y nadie se atrevió a interrumpirlo. “ …y no te preocupes en hablar conmigo de futbol, soy yo el que perdió interés de hacerlo con vos, de futbol y de cualquier otra mierda…” remató.
Desapareció del bar por tres días, se quedó en la carpintería trabajando horas extras en gratitud al préstamo recibido. La mañana del mismo día del partido se cruzó con Patan en el puesto de diario. El grandote trabajaba medio día de diarero y el otro medio, atendía en el bar. Le preguntó a Darío si iba a ir a la cancha y al recibir su afirmativa le deseó mucha suerte. Esto dejó la pauta a los concurrentes del bar de que cumpliría su promesa.
Casi no pudo almorzar, tenía el estomago cerrado de ansiedad. Hizo zapping de domingo y no encontró nada para ver. Prendió la radio y se puso a escuchar la previa con Víctor Hugo. No aguantó mas, salió temprano para la cancha para poder ver entero el partido de reserva. Era un consejo del mismo Patan, “… vas entrenando de cómo ver el partido de la primera…” le dijo.
Miró parte del partido de la reserva sentado. En la medida que la gente fue colmando la tribuna se puso de pié. Se sintió el más entupido cuando se puso a llorar durante la salida del equipo a la cancha. Gritó hasta la afonía los primeros diez minutos.
Cuando el Diego agarró la pelota sobre la derecha del ataque y encaró hacia el área en posición de enganche, el debutante estaba a dos o tres escalones del comienzo de la tribuna. Sin darse cuenta mientras el diez avanzaba divisando al Cani, el también lo hizo hacia el alambrado. Scotto recibió en posición de once venido al centro el rebote del pase del Diego al Cani, acomodó su cuerpo y remató al palo mas lejano de Chila, la pelota dio en el caño y salió hacia el centro del área, el hijo del viento ni lerdo ni perezoso no se desentendió de la jugada y madrugó al defensor que cerraba para despejar con un cabezazo a la red.
Para esta altura Darío tenía los dedos de ambas manos agarrotonados al alambrado, aplastado vio en primera fila como el diez y el Cani se besaban en el festejo. Se sintió como en un cuento fantástico, sus dos mayores ídolos del futbol se estaban besando en sus narices, gritando goool al unísono con miles de hinchas. Tardó unos cuantos minutos en recomponerse, se corrió más hacia un corner y subió a la altura de la mitad de la tribuna. El partido había comenzado para convertirse en una gran fiesta, su cuerpo no podría soportar más festejos de gol de ese tipo.
Vélez se hizo dueño del juego, en una jugada que el Rifle Pandolfi, definió por encima de un siempre adelantado Mono Navarro Montoya, la pelota dio en el caño y regresó, el Beto Camps de primera remato sin dejar que la pelota tocara el piso. El mono que había quedado dentro del arco, llegó para darle un puñetazo. Pero el juez de línea salió corriendo hacia el centro de la cancha y el botón de Castrilli convalidó el gol. En un mar de dudas por la validez del gol, Vélez empataba y Darío comenzó a sentir una mala espina en el partido.
Castrilli cobró una falta mancha (esas que solo cobraba él) en el borde del área. Mitad silencio, mitad puteadas fueron en la tribuna cuando Chilavert arrancó su corrida para hacerse cargo del tiro libre. Hizo todo el show posible antes de rematar, le dio magistralmente por encima de la barrera y la pelota pegó en la unión del palo con el travesaño del lado interno, rebotó y entró al arco por el otro palo. Dos a uno abajo, aquella mala espina comenzaba a clavar en punta y como ya no tenía voz ni su puteada pudo ser escuchada.
Un dolor profundo de estomago llegó para quedarse en su cuerpo, del partido no pudo ver mucho ya. En otra jugada confusa, el árbitro cobró penal y para colmo expulsó a Fabri, esta expulsión hubiese sido hasta festejada en otro momento, Darío era el ser humano que mas puteaba al seis de Boca en el mundo. Chilavert cambió penal por gol, tres a uno y en la tribuna explotó la bronca. El alambrado se rompió, la policía reprimió con gases y chorros de agua. Él corrió como pudo hacia la parte mas alta de la tribuna para resguardarse, más o menos a salvo, pudo ver como el diez se iba expulsado, sin antes dejar de participar de un tumulto que incluyó empujones, corridas y claros gestos de insultos.
Pensó seriamente en irse al término del primer tiempo, lo acobardó la idea de perderse una remontada histórica. Se acordó del viejo Jarry, lo maldijo a más no poder. Se tomó una gaseosa y esperó con la espalda apoyada en la pared el comienzo del segundo tiempo.
Lo que siguió fue tan lamentable como en la primera etapa, Vélez tocó y tocó ante un Boca que no tuvo argumento para resistir. Para colmo, por si algo faltaba, el negro Gamboa se tiró a los pies para cortar un centro que venía picante del sector derecho del ataque, con tan mala suerte que el despeje se le metió baja pegadita al palo del arco que no defendía el Mono. Cuatro a uno y ya. La frutilla del postre estaba por llegar, el Cani se excedió en el reclamo a Castrilli y se fue expulsado. Justo el Cani tenia que ser? Bajando las escaleras, huyendo de esa pesadilla, escuchó como Vélez convertía el quinto, le fue casi indiferente. Lo único que le importaba era llegar lo antes posible hasta Rivadavia para tomar el ochenta y seis.
Mientras por fin en la fonola sonaba “Before you accuse me” por Erick Clapton, apuró el último trago del chop de imperial. Se acercó a la barra para pagarle a Patan, en el televisor estaban pasando las imágenes del catastrófico partido. Por el otro lado de la barra se asomaba el viejo Jarry, con sonrisa socarrona se acercaba al televisor. En la tele, el Diego al borde del brote y con los ojos sacados le gritaba a Castrilli: “ maestro, esta muerto? Expliqueme…”. Darío lo miro al viejo Jarry y le dijo: “…vos para mi estas como Castrilli, muerto…”, pagó y se fue.
Este es un blog de futbol, un blog de cuentos, un blog de historias y recuerdos; es un blog hecho con amigos, para viejos amigos y nuevos amigos.
La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..
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domingo, 12 de diciembre de 2010
La primera vez
Etiquetas:
Calito,
Cuentos Inquietos,
Mano Inquieta y el Futbol
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Este partido para los hinchas de Boca es como recordar a una mina que te cago. De solo pensarlo me agarra una bronca, una impotencia y unas ganas de pegarle a alguien que ni te cuento. Por suerte el hijo de mil puta de Castrilli no dirige mas. No puede cobrar lo que cobro en el supuesto foul de Mac Allister en el gol de Chilavert de tiro libre!!!!!! Que vio!!!! Hijo de mil puta!!!!!!!
ResponderEliminarMas alla de este desahogo debo decir Calito que este fue uno de tus mejores relatos. Me quedo con un par de frases MUY logradas del cuento: "el Rifle Pandolfi, definió por encima de un siempre adelantado Mono Navarro Montoya"; y otra: "En otra jugada confusa, el árbitro cobró penal y para colmo expulsó a Fabri, esta expulsión hubiese sido hasta festejada en otro momento". Muy bueno...
DE FUTBOL SE SOLO LO QUE PUDE VER DESPUES DE TANTOS AÑOS CASADA CON UN HINCHA BOSTERO PERO LA VERDAD QUE TENGO QUE FELICITARTE PORQUE HASTA PUDE SENTIR LA BRONCA E IMAGINAR TODA LA SITUACION POR LO BIEN QUE LO ESCRIBISTE. FELICITACIONES CALITO!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuy bien querido! Sin lugar a dudas ese fue un partido histórico, por donde se lo mire.
ResponderEliminarImpresionante lo de Chilavert, muy cuestionable lo de Castrilli (lo banco), purísimo lo de Cani y Diegote, etc etc etc. Yo vi ese partido desde la popular de Vélez, con toda mi familia, con lágrimas en los ojos. No por ningún gol ni expulsión, sino porque ese día iba a jugar en Reserva y se suspendió por la lluvia. También hubiese sido mi primera vez.
Felicitaciones por el aporte! Queda demostrado que todos vemos algo diferente en cada relato y también en cada partido.
Despues de 2 meses de ostracismo, vuelvo a las canchas y justo para recordar, gracias a calito, aquel fatidico 16 de junio del 96, uno de los partidos que estaba signado para ser incorporado a nuestra gloriosa bostera historia y por el contrario, quedo como una de las verguenzas mas grandes de nuestro futbol.Todo estaba preparado para nuestra fiesta, de nuestro lado el diego y cani, los mas legendarios heroes de la celeste y blanca, punteros y con todo el envion para ser campeones. Enfrente, velez y su gordo arquero, heroe y villano, siempre dispuesto a hacer quilombo. Todo iba , como bien lo relata calito, para el rumbo que el juego y la justicia futbolera habian marcado.Pero entonces aparecio el "justiciero", "El incorruptible, "el infalible" Javier "sorete" Castrilli para hacer mierda un partido que mientras fue normal fue un partidazo que lo tenia a Boca como el mejor. Cuando cobro para velez un gol queno fue , empezo otro partido y otro campeonato.Pero ademas ese partido es historico porque significo la expulsion por varias fechas de nuestro living futbolero de "mi cuñado" que gritaba los goles del gordo arquero abrazado al televisor. Muy bueno Calito
ResponderEliminarLeí este relato el lunes 13, cuando no había ningún comentario realizado al cuento. El relato es muy interesante y porque no decirlo emocionante, ya que me dió mucha ternura e imaginé al pobre muchacho que por primera vez debuta concurriendo a un campo de juego, encima de visitante y encima enfrentando a uno de los mejores equipos de esa época y con el mejor arquero de mundo: José Luis Felix Chilavert.
ResponderEliminarEn el momento de la lectura, no quise realizar ningún comentario, porque en lo personal, también me trae recuerdos de cierto exabrupto cometido, siempre agrandado y exagerado a lo largo de sucesivos comentarios y que sabía positivamente que iba a ser recordado por algún otro "comentarista", como efectivamente ha ocurrido.
Efectivamente grité un gol en un living futbolero, efectivamente no era el living de mi casa, efectivamente recibí la tarjera roja por varias fechas. Pero en mi descargo voy a requerir de los especialistas en el manejo de la tecnología, que así como adjuntan la cara de estúpido de Castrilli y muchos otros goles de otros tantos jugadores xeneises, sean lo suficientemente machos para poner al aire ese tiro libre que motivó mi expulsión, para que las generaciones actuales y por que no las venideras disfruten de un arte tan raro en las destrezas de un arquero, como es la ejecución con pelota parada.
Luego que el resto me juzgue. Las imágenes de semejante golaso y la historia me absolveran.