- A mí me pasó… -reconocen algunos con lágrimas en las mejillas y una entereza madura que se les nota al sonreír en las fotografías.
- A mí todavía no -responden otros con la voz preocupada por la angustia que provoca intuir lo inevitable. La fiesta evoluciona en velorio. Los arqueros viejos palmean los hombros de los arqueros jóvenes con la resignación de los que aprendieron a no buscar respuestas y luego se quedan con la mirada perdida en algún ángulo lejano del lugar al que jamás podrán llegar. La racionalidad se toma un descanso en medio de la logia de guardametas y la disyuntiva entre pensar o actuar se abre como una trampa difícil entre dos caminos fáciles. No queda otra que agachar la cabeza y seguir adelante parecen decir los labios apretados, porque estos hombres solitarios y distintos que habitan debajo de los tres palos se hacen a fuerza de errores propios, genialidades ajenas, imponderables continuos y escupitajos a traición. Cuando la noche se acaba y el corazón aprende a latir con la condena asumida, cada uno se levanta de su silla y regresa al mundo real con la certeza de que las penas compartidas son menos penas. Estuve deliberando solo durante algunas semanas acerca de si debía develar o no develar el secreto de los arqueros, pero uno tiene alma de goleador y el enemigo es el enemigo así que acá va. Anoten: los arqueros son más vulnerables cuando les patean desde muy lejos que cuando les patean de cerca. Así de absurdo y así de real. La explicación aclara las cosas. Resulta que los guardavallas reaccionan más tarde ante los disparos lejanos simplemente porque cuando les patean desde mucha distancia tienen tiempo de mirar la pelota y por lo tanto el tiempo que pierden en verla lo pierden también en moverse. En cambio, cuando el remate es muy cercano actúan sólo por reflejo. Se podría simplificar diciendo que quedan hipnotizados observando la pelota en lugar de moverse. Desde lejos no se ve, repite la canción como un castigo y ellos saben que es exactamente al revés y que ahí radica el problema.
Si prestan atención podrán notar que las atajadas que más se resaltan en los resúmenes futbolísticos de todo el mundo cada fin de semana son las que se consuman ante disparos muy cercanos. Esto ocurre por dos razones: una, porque son más espectaculares y otra, porque las atajadas ante remates lejanos casi no existen; o son gol o son masitas y se tiran para la foto. Los arqueros lo saben bien y por esta razón tienen diversas estrategias que fallan, a tal punto que la más eficiente es vestirse con colores sugestivos o extravagantes así los rivales inconscientemente se sienten atraídos por esas tonalidades llamativas y prefieren acercarse a ellos lo más que pueden en lugar de patearles desde lejos. Otra forma de ilustrar lo que les ocurre cuando aparece esta eterna duda planteada entre mirar o actuar sería poner como ejemplo un penal cualquiera en el que el guardameta decide esperar a contemplar hacia dónde va la pelota una vez que es golpeada por el pie del ejecutante en vez de arrojarse por instinto o por reflejo o por estadísticas del pateador. Si la mira lo más probable es que no la toque.
¿Entonces un arquero ciego atajaría mejor? Claro que no, tampoco hay que ser imbécil. Desde hoy mis queridos compañeros delanteros cuentan con un arma más para alcanzar la gloria ya que ahora conocen el punto más débil de los fuertes. Sin embargo al mismo tiempo, tendrán una excusa menos para cumplir con la parte que les toca de la historia. Vaya de todos modos mi comprensión sincera hacia los Número 1 cuando quedan en ridículo delante de todo el estadio, petrificados ante disparos desde larguísima distancia porque, en el fondo, en el fondo de la red, no es absolutamente culpa de ellos; lo sé porque me ha pasado en mi propia vida cuando no supe cómo resolver problemas que vi venir con demasiada antelación.
Zambayonny (Futbol para Extraterrestres, Ni A Palos, Tiempo Argentino)
Me parece muy bien la observación que realiza el artículo y para muestra bastan 2 botones: El gol de Riquelme a Tigre y el de Banega a (¿también a Tigre?). ¿Quién era el arquero? No será que no ve de lejos en la noche.
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