La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de
Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..

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sábado, 1 de abril de 2017

EL MECHA ORDOÑEZ

“Si, es verdad. Soy así. Pero le voy a decir una cosa señor periodista, porque estoy cansado de que me difamen. Así como sé que en algunas personas no cae bien mi forma de ser en el fútbol, yo sin ir más lejos, jamás he festejado un trancazo de atrás de algún jugador nuestro para cortar un contragolpe, justificado porque habíamos quedado mal parados. Le doy otro ejemplo señor, tampoco he celebrado feroces patadas por otro de los nuestros a la altura de las rodillas que merecía algún pibito habilidoso que nos tomaba el pelo con gambetas burlonas en el final de un partido. Tampoco alenté algún codazo rompedor de sonrisas de propaganda de dentífrico, aplicado por nuestro central a algún delantero bocón. Ni siquiera he aplaudido algún gol que alguno de los nuestros hizo en orsai o con la mano, para sacar ventaja de la mediocridad arbitral del fútbol argentino. En ningún momento alenté a aquellos que se sacaron la camiseta para festejar un gol, a los que levantaron los tapones más allá del empeine del contrario para hacer crujir algún hueso. ¡Escuche usted bien lo que le digo! Ni siquiera apoyé a jugadores que le mostraron un gesto impresentable a la tribuna propia o contraria, motivados por la revancha del momento. En toda mi trayectoria, no puede reprochárseme que incentive a aquellos que pisaron a un rival en el suelo solamente para lastimarlo, no señor periodista, podrán decir muchas cosas de mi forma de expresarme, pero nunca festeje ni celebre ninguna de esas cosas. Yo solo puteo. Pero puteo mirando a los ojos, de frente, y puteo solamente cuando tengo razón. No más preguntas por ahora. Gracias.” El Mecha Ordoñez no sabía de grises. Todo era blanco o negro. Era un futbolista macizo y enorme, enorme de inmenso, no solo porque media 1,95mts, sino porque pasaba las puertas de costado debido a su colosal cuerpo. Jugaba de 5, solo. Nunca le pudieron exigir el moderno doble 5. De todas formas, todos sabían que mientras más lejos tuviera el próximo compañero en la cancha, mejor era. Ordoñez custodiaba la mitad de la cancha como si en esa tarea le fuera la vida. Era temido por los rivales y respetado por los propios, respetado por el miedo que también le tenían. Su formidable entrega y estampa de caudillo, suplían los grandes defectos de su técnica con la pelota. Era una montaña humanoide lenta y compacta que, sin embargo, llegaba siempre a tiempo para cortar los contragolpes con una feroz elegancia. Sabía de sus limitaciones, por eso no perdía casi nunca la pelota. Robaba y tocaba, no cometía errores en el campo de juego. Su voz de mando gruesa y atronadora se oía con claridad desde los cuatro rincones del estadio diferenciándose de los murmullos habituales de la cancha y llegando siempre los insultos que propiciaba a su destinatario. Nunca escatimó pierna fuerte pero leal. Pero contrario a esto, tampoco escatimo agravio certero y desleal. Su colección de tarjetas rojas era más grande que la de sus trofeos. Su récord, llegado al ocaso de su carrera era de 57 rojas en 497 partidos. Era récord en el ámbito local, sin embargo, la mayoría de sus rojas, 48 de ellas, habían sido en los finales de partido. Se decía en el ambiente que cuando el resultado ya no estaba en riesgo el Mecha “se sacaba las ganas” y puteaba a quien lo había fastidiado todo el partido. Pero este detalle no afectaba para nada su popularidad con la hinchada. Julio Jacinto Ordoñez, apodado el “Mecha” poco tiempo después de su primera rabieta, ya en su primer partido en primera división había sido determinante. En un córner en tiempo de descuento, un cabezazo suyo de atropellada, había salvado al club del descenso. Jugo siempre en el mismo club, pese a tentadoras ofertas del exterior y de clubes grandes del ámbito local. Ordoñez jamás se lesionaba, había sido titular y capitán en los cinco campeonatos de la historia del club. Su etapa de entrega total como futbolista en ese club de los denominados “chicos”, ya llevaba 14 años. Era ídolo indiscutido. Sin embargo, los años pasan para todos y pese a que a principio de torneo había declarado que estos eran sus últimos partidos como futbolista, sus reiteradas actitudes hacia todo el ambiente del fútbol y la sequía de conquistas en los últimos años, puso de manifiesto lo que todos manifestaban por lo bajo, ya nadie lo soportaba. El gran problema era que el Mecha Ordoñez era un insultador serial, era más fuerte que él, y para peor, ya no distinguía entre rivales y compañeros. Insultaba a sus compañeros de equipo casi más que a sus rivales, y los despreciaba en todo momento. Los humillaba de manera continua, antes, durante y después de los partidos. Pero debido a su historia y pergaminos en el Club, nadie le contestaba. El último ejemplo fue lo que declaro hace unos meses, al final del primer encuentro del torneo: “este equipo mediocre repleto de jugadores medio pelo y sin huevos, me tiene podrido.” Dijera lo que dijera, ninguno le hacía frente. El Mecha era símbolo del club, una de las populares del estadio ya llevaba su nombre y había sido declarado ciudadano ilustre hace dos años en el Concejo Deliberante por voto unánime de todas las fuerzas políticas. La única vez que sucedió algo así en ese Concejo. Nadie jamás se entregaba tanto a una camiseta como él, por eso para los demás, compañeros, técnico y dirigentes, no quedaba otra que callar. De todas formas, a medida que habían pasaban los años, su verborragia se acrecentaba a limites difíciles de soportar para cualquiera que tuviera un par de orejas. Hacía rato que preocupaba el comportamiento descontrolado del capitán. Nadie sabía cómo llevar a buen puerto esta compleja situación. La mayoría callaba por miedo, porque encima las respuestas de Ordoñez a quienes se atrevían a enfrentarlo eran lapidarias. Algunos hasta se iban después del partido sin bañarse para que no les recriminara su compromiso en el partido finalizado. El ultimo antecedente de sus sobrias contestaciones se dio en medio del torneo pasado, con el equipo puntero. El DT Carlos Alvarenga y el subcapitán del equipo, el colorado Ramírez, sintieron que tenían en ese momento “espalda” para criticarlo por como venía el equipo en el torneo. Alvarenga y Ramírez por pedido de este, en los pasillos del club, siempre que podían lo desacreditaban por lo bajo con cuanto dirigente y periodista se cruzaban. Ordoñez se enteró y en la charla técnica de ese día, mirando siempre a los ojos al DT, dijo en la arenga previa a salir a la cancha: “Estamos solo un punto arriba del segundo y algunos se creen campeones, pese a que empatamos los últimos dos partidos. Pero les digo algo desde el fondo de mi ser, siento una profunda vergüenza por nuestra manera de jugar. Por todos ustedes, los que juegan y los que dirigen este plantel. Hable con varios hinchas, hasta hable con las familias de los que están aca presentes y la mayoría piensa igual. Cada vez que salen a la cancha, todos ellos terminan apagando el televisor porque les provoca un dolor horrible ver el miedo que les da la posibilidad de salir campeones. Basta de jugar como inservibles fracasados que deshonran la camiseta de este glorioso club. Pongan lo que Dios les dio y lo que el miedo les está privando poner. ¡Pongan huevo maricones! Quiero que cuando lleguen a casa puedan mirar a los ojos a sus familias, a su mascota, a su esposa, a sus vecinos y les digan, por fin puedo decir que soy hombre”. En ese mismo partido, una vez terminado el encuentro, también se ocupó de Ramírez cuando declaro a la prensa de manera cortante: “Ganamos, pero algunos no jugaron tan bien. Eso por suerte no se notó porque tienen puestos que si juegan mal no se nota, como por ejemplo el 4 que es de madera terciada. A ese además lo caga la mujer, pero como no nos atacaron por ese costado pasó desapercibido y menos mal que fue así, nuestro técnico estaba preocupado porque todo el mundo sabe que juega porque tienen el mismo representante. Salimos a jugar con un esquema tan conservador que si cruzábamos la mitad de la cancha teníamos la orden de devolver la pelota para que nos ataquen de nuevo. Hoy se ve que regalaban milagros y con un tiro libre desde lejos que rebotó en un contrario que boludeaba y descolocó al arquero, ganamos por la mínima. Eso fue de pedo apenas arranco el partido, a partir de ahí nos sentimos mejor y pudimos hacer lo que nos pidió el técnico, tirarla para arriba. No sabíamos qué carajo hacer con la pelota, nuestro DT se puso a improvisar, a cuidar el resultado y nos ordenó esperar que llegue el final del partido todos colgados del travesaño, algo que le gusta a este DT, colgarse.” Ni el técnico Alvarenga, ni Ramírez, ni los dirigentes del club le dijeron o reprocharon algo. Pero desde ese día, más de uno le juro venganza. Un año después, se disputaba un encuentro que no era un partido más, eran de esos partidos de los denominados fáciles que suelen complicarse, y encima estaba en juego después de mucho tiempo la posibilidad de un campeonato. Apenas arrancado el encuentro, después de que desbordaran a Ramírez como si no existiera, Ordoñez, con su estruendosa vos le dijo: ¡Ramírez, ponete el vestido de novia de tu vieja y disfrázate de la p…. que te pario! En ese instante Ramírez miro al árbitro como niño al que cansado que le hagan bullying, deposita esperanzas en quien puede. Y paso lo increíble, el árbitro en un ataque de valentía, le saco la roja a Ordoñez. Ordoñez se volvió loco y le recriminaba al árbitro que no lo había insultado a él, sino a su compañero. Pero todos sabemos que cuando la roja está en el aire, no hay vuelta atrás... Y aquí es donde vieron su oportunidad algunos que se la tenían jurada a Ordoñez. Una comisión encabezada por Ramírez y el presidente del club fue hasta el vestuario del árbitro en el entretiempo. Allí en una reunión secreta de la que pocos detalles se conocen, se acordó que el informe de la expulsión seria terminante. El árbitro redacto el informe, muchos dicen que ahí mismo y declaro que al momento de expulsarlo por haberlo insultado, Ordoñez le había dicho una cantidad de barbaridades que no se correspondían con un profesional, ni siquiera se correspondían con un ser humano, así arranco ese informe. En él detalla que amenazo a su familia, a sus mascotas, a su abuela moribunda, al mismísimo presidente de la nación y su esposa. Le dijo ahí mismo en la cancha que estaba en contra del aborto y que solo lo justificaba en el caso de su madre. Se declaro a favor de la dictadura militar, del libre mercado, de los presos políticos, de los atentados, hasta del abandono de mascotas; también le hizo saber que estaba de acuerdo con la despenalización de las drogas y en contra del matrimonio igualitario, mientras se despedía de la cancha con un saludo Nazi, algo que por cierto ninguna de las más de 30.000 personas que asistieron ese día vieron. Termina este nefasto informe, el funesto árbitro diciendo: “no puedo reproducir lo que Ordoñez también dijo de nuestro Papa Francisco, dejo esa sanción en manos del señor de los cielos, que en el mas allá, cuando todos seamos juzgados, decidirá las consecuencias de haber insultado de esa manera al Santo Padre”. El informe de todo lo dicho por Ordoñez estuvo firmado por veintinueve testigos: los cuatro árbitros, cuatro jugadores del equipo rival, dieciséis compañeros suyos de equipo, incluidos su técnico y ayudantes. Hasta lo firmo el DT del equipo rival, que en ese momento, maldita casualidad, era Alvarenga que después de su partida en el Club donde jugaba Ordoñez, justo ese partido dirigía el equipo contrario. El escándalo fue tal, que la sanción para Ordoñez fue de 63 partidos, casi dos campeonatos completos. Eran dos largos años sin poder jugar, obligándolo a un retiro forzado. Un retiro mucho tiempo antes del soñado y por supuesto, de la forma que no quería. Pero Ordoñez fiel a su costumbre no se quedó callado, después de conocida la sanción declaro en conferencia de prensa a todo el periodismo: “¡Debe decidir la multitud, los verdaderos hinchas probos, no aquellos hinchas que solo van de local y arrugan, hablo del hincha que la banca en todos lados, ese debe decidir si mi humanidad debe marchar a la ducha eterna del retiro! ¡Solo la justicia desinteresada del pueblo debe tomar esta injusticia dictaminada por unos pocos y marchar para pedir mi retorno! Y cuando vuelva, solo a algunos perdonare, la vuelta no compensará, el dolor que aún siento en mis carnes y mis tendones por lo que están haciendo esta manga de enucos culorotos. ¡Que Dios, que existe y es justo, se manifieste a través de ustedes, los hinchas! ¡Queda en ustedes esa voluntad! ¡Elijan forros! Que me expulsen para siempre del fútbol o tomar por las armas la Asociación del Fútbol Argentino, hacerles entender a los dirigentes quien manda y restablecer el orden”. Pasaron horas y algunos días, no hubo respuesta alguna ante el pedido público del Mecha Ordoñez. Los hinchas, siempre malagradecidos, todavía estaban enojados porque en el partido que lo habían expulsado, el equipo perdió la oportunidad del campeonato. Cuando Ordoñez se dio cuenta que sus palabras ya no motivaban y que nadie temía por lo que de su boca salía, se rindió. Luego de hablar con el único dirigente que todavía le dirigía la palabra, acordó su retiro y un partido despedida que se jugaría en dos años cuando finalice su sanción. Luego, salió por la confitería del club sin que nadie lo mirara siquiera y se fue maldiciendo bajito… Leer más...