La formación inicial se compone de Edu D. (elEdu), Hugo P. (Grafo), Hernan G. (PIC), Carli C. (Calito), con la participación especial de
Jorge V. (El Alquimista) y Raúl D. (RD), pero esperamos seamos mas. En este partido como en los partidos de la vida hay alegrias, tristezas, polemicas, amores, desamores, cambios y transformaciones, seria un placer que participes de ellos junto a nosotros..

......Tu comentario es bienvenido!! (gracias)...........
Queremos recibir tus aportes y sugerencias a: correomanoinquieta@gmail.com

viernes, 31 de diciembre de 2010

CUENTOS

El valor de la lectura en la sociedad de la información, a la vez que cuestionado, se ha vuelto especialmente importante. Leer es, según creo, la herramienta indicada para poder situarse de una manera autónoma, libre y responsable en un contexto donde la "sobreabundancia" informativa puede suponer un germen de desinformación real y profunda.
En este humilde espacio te proponemos eso, volver a leer. Combinar las nuevas tecnologías, en este preciso caso un Blog, con la vieja practica de leer.
A continuación, para despedir el año, vamos a brindarles un breve resumen/listado de nuestro mayor orgullo en este Blog: Los Cuentos.
Si no leiste alguno, o queres revivir otro, este es el momento ideal.
Abrazo de gol para todos y FELIZ AÑO!

CUENTOS DE MANO INQUIETA BLOG

CALITO
La Primera Vez (12 de Diciembre)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/12/la-primera-vez.html
El dolor de un pecho frío ( 4 de Octubre)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/10/el-dolor-de-un-pecho-frio-mientras.html
Historia de un vestuario (27 de Junio)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/06/historia-de-un-vestuario-subio-al-dodge.html
Casualidad Olimpica (15 de Junio)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/06/casualidad-olimpica-leandro-despejo-con.html
Con los cordones…. (24 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/con-los-cordones-como-las-clases-ya.html

ELEDU
Llegar a casa (23 de Septiembre)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/09/llegar-casa.html
Volver (23 de Agosto)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/08/volver.html
¿La mejor decisión? (17 de Agosto)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/08/la-mejor-decision.html
El primer gol de Ernestito (28 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/el-primer-gol-de-ernestito.html
Domingos de Lluvia (11 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/domingos-de-lluvia.html
Fuerte al medio (1 de Abril)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/04/fuerte-al-medio_01.html
El primer partido de Ernestito (24 de Marzo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/03/ernestito.html


GRAFO
El Rifle (21 de Septiembre)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/09/el-rifle.html
El regalo de Don Atilio (29 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/el-regalo-de-don-atilio.html
La ilusión (18 de Marzo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/03/la-ilusion.html

RD
Yo juego aunque sea en una gamba (1 de Octubre)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/10/yo-juego-aunque-sea-en-una-gamba.html
Saudade de la bombonera (22 de Julio)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/07/saudade-de-la-bombonera.html
La locura de Yazid (14 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/la-locura-de-yazid.html
Una decisión difícil (6 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/una-decision-dificil.html
Un sabado distinto para Sally (29 de Marzo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/03/un-sabado-distinto-para-sally.html

EL ALQUIMISTA REFUTADOR
La casa de la calle Olleros (15 de septiembre)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/09/la-casa-de-la-calle-olleros_15.html
El Viaje (4 de Agosto)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/08/el-viaje.html
Los mundiales son un parto (9 de Mayo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/05/los-mundiales-son-un-parto.html
El angel de la guarda (16 de Abril)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/04/el-angel-de-la-guarda.html
Adios a Ferro (20 de Marzo)
http://manoinquieta.blogspot.com/2010/03/adios-ferro.html

APORTE
CARLOS P.
Religionetas (26 de Marzo)
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jueves, 23 de diciembre de 2010

Clasicos del mundo: Fenerbahçe - Galatasaray

Fenerbahçe-Galatasaray, derbi por excelencia en la ciudad de İstanbul. Ambos equipos son históricamente los dos grandes dominadores de la liga turca, ya que tienen cada uno diecisiete títulos en su haber. Es evidente que la comparación más inmediata es un Madrid-Barcelona, pero con el aliciente de que ambos son de la misma ciudad, com un Milan-Inter en Italia o un Chelsea-Arsenal en Inglaterra, pero aún hay más, puesto que es el enfrentamiento entre dos continentes, ya que cada club representa a una parte distinta de la ciudad.
El Galatasaray (lit. "Palacio Gálata") fue el primer club de fútbol de Turquía. Fundado en 1905 por un grupo de estudiantes (entre ellos el que fuera el primer presidente del club y que ahora da nombre a su estadio Ali Sami Yen), en el seno de una prestigiosa institución académica, el Liceo Galatasaray, que data de nada menos que de 1481. Desde sus mismos orígenes, el Galatasaray fue un club con una importante carga tradicionalista y estuvo muy vinculado a la clase dirigente turca. Se da la circunstancia, curiosa, de que en un primer momento los estudiantes que fundaron el club pensaron en nombres como “Gloria” o “Audacia”, pero en sus primeros partidos contra representantes de otros colegios, el público asistente se refería a ellos como los chicos “del palacio Gálata” (“Galata Sarayi”), de ahí que decidieran finalmente quedarse con el nombre del colegio.
El Fenerbahçe (lit. "Jardín del Faro") por su parte, toma el nombre del barrio homónimo de la ciudad, en el distrito de Kadıköy. Fue fundado en 1907 por dos jóvenes apasionados del fútbol llamados Ziya Songülen y Necip Okaner, siendo el segundo club de fútbol formado en Turquía tras el Galatasaray. Se da la circunstancia de que en aquella época estaba en vigor cierta ley que prohibía la práctica del fútbol y la fundación de clubes de este deporte. Por ello, el primer año de vida del club (y los 3 previos del Galatasaray) se podría decir, fue en la clandestinidad, hasta su registro oficial en 1908 cuando se aprobó la práctica del fútbol.
La rivalidad entre ambos equipos tiene tres razones fundamentales. La primera de ellas es evidente, el Galatasaray tiene su sede en Gálata, que está en la zona europea de la ciudad, mientras que Fenerbahçe está en la zona asiática. La segunda de las razones se debe al origen de ambos equipos. El Galatasaray fue fundado, como hemos visto, en el seno de una institución de corte aristocrático, un lujoso colegio mayor en el que estudiaban los hijos de los más acaudalados habitantes de Estambul. El Fenerbahçe, sin embargo, tiene su origen “en la calle”. De ahí que generalmente, se hable del Galatasaray como el equipo de los ricos y del Fenerbahçe como el equipo de los más humildes.
Sin embargo, estas razones tienen menos peso en la rivalidad que un hecho deportivo. Si nos remitimos a los discursos propios de los hinchas de ambos equipos, hoy pertenecientes a todas las clases sociales tanto de la zona europea como asiática de la ciudad, se suele decir que la irreconciliable rivalidad entre ambos clubes nació a raíz de un partido amistoso disputado el 23 de febrero de 1934. Este encuentro destacó por la violencia con la que ambos equipos lo disputaron, finalizó con una batalla campal entre las dos hinchadas, y posteriormente causó la ruptura de relaciones entre ambas entidades.

Campeonatos
                                   Fenerbahçe SK               Galatasaray SK
Süper Lig                              17                                  17
Türkiye Kupası                        4                                  14
TFF Süper Kupa                     8                                  11
UEFA Europa League             0                                    1
UEFA Super Cup                    0                                    1
Total                                      29                                  44

HINCHAS                        26,6 %                           33,8 %

CARA A CARA
Jugados 366 partidos. Ganados por el Fenerbahce 139, ganados por el Galatasaray 116, empates 111.
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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Independiente mi viejo y yo (Eduardo Sacheri)

Aprovechando estos tiempos que corren, donde vemos al Rojo de Avellaneda en los últimos lugares de la tabla, y por contra partida Campeón de la Sudamericana, desde Mano Inquieta brindamos por un trofeo mas para el primer Rey de Copas. Salud Campeón!

“Mirá que esta noche es el partido”, me dijo él.
Hizo bien porque uno, a los cinco años, no tiene una conciencia cabal de la periodización del tiempo. Como mucho distingue el sábado y el domingo, porque esos días no hay que ir al jardín, y papá se queda en casa a jugar con uno. Pero con los otros días y las otras noches, la cosa se complica. Por eso sin la advertencia de papá, hecha con el beso de recién llegado del atardecer, yo habría pasado por alto la infinita importancia de esa noche.
Los preparativos fueron los de siempre. Mientras él encendía el Stromberg-Carlson con suficiente antelación para darle tiempo a las válvulas, yo le pedí a mamá la ropa apropiada para el evento. Primero se negó a lo del pantaloncito corto, aduciendo que era invierno y que hacía mucho frío. Yo argüí hasta el cansancio que los jugadores juegan con pantalones cortos, y al aire libre. Una salomónica intervención de papá desempantanó por fin el pleito: con pantalón corto, pero sentado cerca de la estufa de kerosene del comedor. Después me puse la camiseta roja con el cuellito blanco, con el once de cuero cosido en la espalda, igualito que Daniel Bertoni. Papá, mientras tanto, iba trayendo la colección de trapos rojos que colgábamos a modo de banderas. Había pañuelos, una frazada, un pulóver, un par de camisas chillonas. La lámpara de pie, el timón de barco que adornaba la pared, varias de las sillas, todos terminaron ocultos en nuestro rito ornamental y futbolero.
Cuando llegué, rigurosamente ataviado con los colores reglamentarios, me llené los ojos de banderas rojas. Lo único que nos faltaba era el viento para que flamearan, como en la cancha.
Papá se negaba, pese a mis acaloradas argumentaciones, a vestir también el atuendo correspondiente. Nada de camiseta. Y mucho menos de pantalones cortos. A mi me parecía un desperdicio, con tanto trapo rojo disponible y tan a mano. Pero él prefería verlo con su bata de siempre, calzado con sus chinelas ruidosas, con el paquete de Kent y el cenicero, pobrecito, para fumarse los nervios uno por uno.
Mientras daban las últimas propagandas, y antes del aviso de “minuto cero del primer tiempo, es tiempo para una ginebra Bols” (o cosa por el estilo) que marcaba la hora señalada, papá se sintió en la obligación de preservarme de desilusiones demasiado abruptas. Me miró como me miraba siempre que tenía algo importante que decirme, con una mezcla de solemnidad y de ternura, con un bosquejo de sonrisa iluminándole los ojos. “Mirá, tipito –empezó, porque él me llamaba de esa manera cuando teníamos que aclarar cosas importantes-, que la cosa viene difícil.” Y volvió a enumerarme todas las dificultades que nos esperaban en esa noche de invierno. Que ellos habían ganado en Brasil, que nos habían pegado un peludo bárbaro, que no sólo teníamos que ganar, sino que debíamos hacerlo por no se qué diferencia de gol. Pero para mi sus argumentos sonaban confusos. ¿Acaso él mismo no me había dicho que Independiente era el Rey de Copas, que la Copa, la Copa se mira y no se toca, que los brasileños nos tenían un miedo descomunal, y que en Avellaneda y de noche se morían de frío, y no podían ni levantar las patas del pasto? El trató de convencerme de que, pese a la absoluta veracidad de lo dicho en otras ocasiones, esta noche las cosas iban a ser muy difíciles y peliagudas. De todos modos, nos entonamos cantando un par de veces el “si, si señores, yo soy del Rojo”, y algún otro estribillo para ir matando el tiempo.
Cuando finalmente se acabaron las propagandas, papá encendió la radio Phillips, con su estuche de cuero, que debía ser la primera portátil de Sudamérica (y la teníamos en casa). Le bajó el volumen a la tele: ambos sabíamos que los relatores de radio son mejores que los otros.
Cada uno ocupó su sitio de siempre. El en la cabecera de la mesa, y yo sobre el arcón de mirar la tele. Acercó la estufa de kerosene de ese lado para cumplir lo pactado en cuanto a temperatura corporal con la madre del win izquierdo en el bolsillo.
Pero la carne es débil. No importa cuánta preocupación ocupe nuestro pensamiento, ni cuánta angustia agobie nuestro espíritu. Uno siempre termina teniendo hambre, o teniendo sueño, y sucumbiendo a esas necesidades poco altruistas. Empecé a cabecear apenas empezado ese partido inolvidable. Mamá me dijo varias veces que me fuera a la cama. Pero yo seguía ahí, impertérrito, sentado en el arcón, con las patas colgando y pateando en el aire como si estuviese en plena cancha en los escasos momentos de lucidez que tenía en medio de mi mar de sueño. Papá esperó un rato y después me dijo que me fuera, que me quedara tranquilo. Yo protesté que de ninguna manera, que teníamos que seguir ahí los dos, haciendo fuerza con los cantitos y las banderas. El me dijo con aire confiado que no hacía falta, que igual sin mí íbamos a salir campeones, que me quedara tranquilo, que los teníamos de hijos. Ante semejante desparramo de confianza le hice caso y me dormí.
A la mañana siguiente mamá me despertó para ir al jardín. Embotado de sueño me dejé vestir, abrigar y conducir a la cocina a tomar la leche. Después ella me sentó en el sillón del living para atarme los cordones, como hacía siempre mientras esperábamos que pasara el micro. Apenas me despabilé un poco recordé la noche de la víspera, y me desesperé preguntándole el resultado del partido. A la luz del día, y después de un sueño reparador, mi deserción de la noche me parecía imperdonable. Ella me miró y dijo no saberlo. Le pregunté por papá, y respondió que aún no se había levantado.
Han pasado veinticinco años, pero aunque pasen sesenta voy a recordarlo como si hubiese sucedido hoy. La casa estaba iluminada por uno de esos soles oblicuos y tibios del invierno. Yo tenía el guardapolvo cuadrillé lila y blanco, y la bolsita en el regazo, bien agarrada a la diestra, para no olvidármela (otras veces me había pasado, y me había quedado sin el Jorgito de dulce de leche y sin la taza de plástico para el mate cocido; así que ahora la cuidaba más que a mi vida).
De repente oí abrirse la puerta del dormitorio. Y enseguida escuché el clásico arrastrar de las chinelas en el parquet del pasillo. El corazón me dio un vuelco. Lo llamé a los gritos. Entró a las carcajadas, preguntándome el motivo de mi ansiedad. Yo lo interrogué por el resultado, ya totalmente despierto, ya absolutamente pendiente de lo que dijeran sus labios, ya indiferente a mamá terminando de atarme los cordones. El se acercó, se inclinó, me dio un beso de buenos días, y se me quedó mirando con expresión jubilosa. Recién cuando volví a preguntarle me dijo que sí, que claro, que habíamos salido Campeones de nuevo, y que no me olvidara en el jardín de decirle a todo el mundo que Independiente había vuelto a salir Campeón de América.
Yo, aún en medio de mi alegría, me hice el tiempo de preguntarle cómo habíamos hecho, si él me había dicho que era muy difícil, que en Brasil nos habían dado un baile bárbaro, que teníamos que hacerles como tres goles, que en el Campeonato de acá andábamos como la mona. El me miró risueño, y sembró una semilla más en el fértil potrero de mis sueños de pibe. “Pero, tipito –empezó, como enunciando una verdad ya reiterada hasta el cansancio-, ¿no te dije que los brasileños ven la camiseta del Rojo y se asustan tanto que no pueden ni mover las patas? ¿No te dije que, con el frío, se quieren volver a su casa a comer bananas para entrar en calor? Por eso te dejé dormir. Porque era tan fácil que nos las rebuscamos sin tu aliento.” Y en medio de mi maravilla impávida, terminó: “Menos mal que te dormiste. Imagináte si te quedás despierto y gritás conmigo: les hacemos veinte goles y no quieren venir a jugar nunca más, y nos quedamos sin nadie a quien ganarle la copa”. Después me levantó en brazos y cantamos “la copa, la copa, se mira y no se toca”, y dimos la vuelta olímpica a los saltos, por toda la casa. Vino el micro y me fui al jardín de infantes.
Supongo que ésos son los recuerdos que se le meten a uno en los recovecos del corazón, y echan cría y se nutren de su propio néctar, y nos marcan para toda la vida. Por lo menos así ocurrió conmigo.
Y no me avergüenza reconocer que ahora, ya grande, cuando tengo un problema que me agobia, o cuando me toca sufrir por radio y por televisión un partido de Independiente y me como los codos por la ansiedad y la angustia (la vida me enseñó lo inconveniente que puede resultar fumarse los nervios), siento un impulso difícil de dominar, una tentación casi irresistible que me invita a irme a dormir, a abrigarme en la certeza de que mientras yo sueño, mi papá e Independiente, como duendes laboriosos, van a arreglarme el mundo para que yo lo encuentre refulgente en la mañana
Y queda en mí el mandato inexorable que dictan las fidelidades eternas. Cuando Independiente gana un Campeonato –al fin y al cabo, Dios y sus milagros evidentemente existen- lo primero que hago, en la cancha o en mi casa, es levantar los brazos y los ojos hacia el cielo, abrazándolo a mi viejo a través de todos los rigores del destino, y por encima de todas las traiciones de la muerte.
Lo que pasa es que tratándose del Rojo, de mi viejo y de mí, hay veces que la muerte es una señora que nos tiene un miedo bárbaro. Una vieja podrida a la que, de locales en Avellaneda, le tiramos la camiseta y podemos, de vez en cuando, llenarle la canasta.
Todavía me acuerdo de ese número once de cuero blanco, cosido en la camiseta como el de Bertoni.
Pero ahora también veo, cuando me fijo con suficiente atención, que mi viejo también lleva lo suyo.
Lo tiene ahí, en la espalda, justo a la altura del nacimiento de las alas: un diez de cuero blanco, igualito igualito al de Bochini.
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domingo, 12 de diciembre de 2010

La primera vez

Darío caminaba mirando al suelo, contando baldosas rotas como para evadir. Dobló en la esquina de Mitre dejando atrás la calle Paso y se metió en la borrachería. Pidió lo de siempre y puso en la fonola una moneda para escuchar a Eric Clapton. Apoyó los codos sobres las rodillas y las palmas de sus manos en cada mejilla, como sosteniéndose la cara. Seguía mirando el suelo sin poder encontrar razón.
Como carajo se le había ocurrido semejante idiotez, cual fue el segundo del orto en el que se presentó la mismísima señora seguridad de mierda, y lo alentó a tomar reverenda decisión. Con cuanta bronca tendría que regresar peso a peso el total del monto pedido prestado a su patrón en la carpintería, dinero utilizado para comprar la entrada en reventa y ya que estaba en plan de gasto, la camiseta original con el número ocho en la espalda del gran Cani.
Todo se había precipitado en el mismo lugar en que él estaba ahora, cuando entre los concurrentes habituales de este bar de mala muerte, se atrevió a confesar que nunca había ido a la cancha a ver a Boca. Para queeee…. le saltaron todos los borrachines a la yugular, en instantes se transformó en el hazme reír del lugar. Lo que mas lo irritó fue el comentario del viejo Jarry, siii ese insoportable hincha del rojo que de por si era soberbio y mal hablado, pero con el as en la manga de su confesión le gritó bien fuerte (para que hasta los que pasaban por la vereda se enteraran) que no cruzaría ni media palabra de futbol nunca mas con él, hasta que no se reciba de hombre y vaya a la cancha. “Ah!! Nada de local, anda de visitante cagon! treinta y sei año virgen de popular” le gritó cuando pensaba que la humillación había terminado.
No lo pudo soportar, Darío enfureció y respondió tan fuerte como su voz lo dejo: “… el domingo voy al Almalfitani, salgo de acá de once, me tomo el Sarmiento y veo como el Diego con el Cani le llenan la canasta a ese paraguayo gordo y fanfarrón, como vos viejo mugriento…”, el silencio se hizo presente y nadie se atrevió a interrumpirlo. “ …y no te preocupes en hablar conmigo de futbol, soy yo el que perdió interés de hacerlo con vos, de futbol y de cualquier otra mierda…” remató.
Desapareció del bar por tres días, se quedó en la carpintería trabajando horas extras en gratitud al préstamo recibido. La mañana del mismo día del partido se cruzó con Patan en el puesto de diario. El grandote trabajaba medio día de diarero y el otro medio, atendía en el bar. Le preguntó a Darío si iba a ir a la cancha y al recibir su afirmativa le deseó mucha suerte. Esto dejó la pauta a los concurrentes del bar de que cumpliría su promesa.
Casi no pudo almorzar, tenía el estomago cerrado de ansiedad. Hizo zapping de domingo y no encontró nada para ver. Prendió la radio y se puso a escuchar la previa con Víctor Hugo. No aguantó mas, salió temprano para la cancha para poder ver entero el partido de reserva. Era un consejo del mismo Patan, “… vas entrenando de cómo ver el partido de la primera…” le dijo.
Miró parte del partido de la reserva sentado. En la medida que la gente fue colmando la tribuna se puso de pié. Se sintió el más entupido cuando se puso a llorar durante la salida del equipo a la cancha. Gritó hasta la afonía los primeros diez minutos.
Cuando el Diego agarró la pelota sobre la derecha del ataque y encaró hacia el área en posición de enganche, el debutante estaba a dos o tres escalones del comienzo de la tribuna. Sin darse cuenta mientras el diez avanzaba divisando al Cani, el también lo hizo hacia el alambrado. Scotto recibió en posición de once venido al centro el rebote del pase del Diego al Cani, acomodó su cuerpo y remató al palo mas lejano de Chila, la pelota dio en el caño y salió hacia el centro del área, el hijo del viento ni lerdo ni perezoso no se desentendió de la jugada y madrugó al defensor que cerraba para despejar con un cabezazo a la red.
Para esta altura Darío tenía los dedos de ambas manos agarrotonados al alambrado, aplastado vio en primera fila como el diez y el Cani se besaban en el festejo. Se sintió como en un cuento fantástico, sus dos mayores ídolos del futbol se estaban besando en sus narices, gritando goool al unísono con miles de hinchas. Tardó unos cuantos minutos en recomponerse, se corrió más hacia un corner y subió a la altura de la mitad de la tribuna. El partido había comenzado para convertirse en una gran fiesta, su cuerpo no podría soportar más festejos de gol de ese tipo.
Vélez se hizo dueño del juego, en una jugada que el Rifle Pandolfi, definió por encima de un siempre adelantado Mono Navarro Montoya, la pelota dio en el caño y regresó, el Beto Camps de primera remato sin dejar que la pelota tocara el piso. El mono que había quedado dentro del arco, llegó para darle un puñetazo. Pero el juez de línea salió corriendo hacia el centro de la cancha y el botón de Castrilli convalidó el gol. En un mar de dudas por la validez del gol, Vélez empataba y Darío comenzó a sentir una mala espina en el partido.
Castrilli cobró una falta mancha (esas que solo cobraba él) en el borde del área. Mitad silencio, mitad puteadas fueron en la tribuna cuando Chilavert arrancó su corrida para hacerse cargo del tiro libre. Hizo todo el show posible antes de rematar, le dio magistralmente por encima de la barrera y la pelota pegó en la unión del palo con el travesaño del lado interno, rebotó y entró al arco por el otro palo. Dos a uno abajo, aquella mala espina comenzaba a clavar en punta y como ya no tenía voz ni su puteada pudo ser escuchada.
Un dolor profundo de estomago llegó para quedarse en su cuerpo, del partido no pudo ver mucho ya. En otra jugada confusa, el árbitro cobró penal y para colmo expulsó a Fabri, esta expulsión hubiese sido hasta festejada en otro momento, Darío era el ser humano que mas puteaba al seis de Boca en el mundo. Chilavert cambió penal por gol, tres a uno y en la tribuna explotó la bronca. El alambrado se rompió, la policía reprimió con gases y chorros de agua. Él corrió como pudo hacia la parte mas alta de la tribuna para resguardarse, más o menos a salvo, pudo ver como el diez se iba expulsado, sin antes dejar de participar de un tumulto que incluyó empujones, corridas y claros gestos de insultos.
Pensó seriamente en irse al término del primer tiempo, lo acobardó la idea de perderse una remontada histórica. Se acordó del viejo Jarry, lo maldijo a más no poder. Se tomó una gaseosa y esperó con la espalda apoyada en la pared el comienzo del segundo tiempo.
Lo que siguió fue tan lamentable como en la primera etapa, Vélez tocó y tocó ante un Boca que no tuvo argumento para resistir. Para colmo, por si algo faltaba, el negro Gamboa se tiró a los pies para cortar un centro que venía picante del sector derecho del ataque, con tan mala suerte que el despeje se le metió baja pegadita al palo del arco que no defendía el Mono. Cuatro a uno y ya. La frutilla del postre estaba por llegar, el Cani se excedió en el reclamo a Castrilli y se fue expulsado. Justo el Cani tenia que ser? Bajando las escaleras, huyendo de esa pesadilla, escuchó como Vélez convertía el quinto, le fue casi indiferente. Lo único que le importaba era llegar lo antes posible hasta Rivadavia para tomar el ochenta y seis.
Mientras por fin en la fonola sonaba “Before you accuse me” por Erick Clapton, apuró el último trago del chop de imperial. Se acercó a la barra para pagarle a Patan, en el televisor estaban pasando las imágenes del catastrófico partido. Por el otro lado de la barra se asomaba el viejo Jarry, con sonrisa socarrona se acercaba al televisor. En la tele, el Diego al borde del brote y con los ojos sacados le gritaba a Castrilli: “ maestro, esta muerto? Expliqueme…”. Darío lo miro al viejo Jarry y le dijo: “…vos para mi estas como Castrilli, muerto…”, pagó y se fue. 



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lunes, 6 de diciembre de 2010

Capitán Pelusa - Los Cafres

Cuarta entrega de la sección “Volviendo a amar a Maradona” conocida también como “Canciones al Diego”. Allá por el año 97 Los Cafres editaban el disco “Suena la alarma”, el que escribe cursaba el sexto año del secundario y en el patio de la nocturna solíamos escuchar como novedad esta canción. El hallazgo de Guillermo Bonetto (voz y compositor) está en utilizar aquel primer sobrenombre del gordo y ponerlo al servicio de una canción reggae. Mi estrofa favorita es: “…su magia vuela en pasto la gente se alegrará, un artista con un lazo de capitán que defiende…”


Pelusa sacude el barrio de expone al animal
este vacila buscando, pelusa es inocente y se divierte
su magia vuela en el pasto la gente se alegrara
un artista con un lazo de capitán que defiende

Pelusa, no sé lo que quieren de vos
tus enemigos se muerden
tu gente no te cuestiona no se resiente
te espera, con un grito caliente.
con un grito caliente, con un grito caliente.

Vos te crees que la magia olvidarás
hay una historia difícil de gambetear
caretas se mueren sin figurar
los grandes encienden envidias y esta lealtad

Pelusa, no sé lo que quieren de vos
tus enemigos se muerden
tu gente no te cuestiona no se resiente
te espera, con un grito caliente.

Pelusa sacude el barrio de expone al animal
este vacila buscando, pelusa es inocente y se divierte
su magia vuela en el pasto la gente se alegrara
un artista con un lazo de capitán que defiende

Pelusa, no sé lo que quieren de vos
tus enemigos se muerden
tu gente no te cuestiona no se resiente
te espera, con un grito caliente.
con un grito caliente, con un grito caliente.


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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Entrevista al Indio Solari

Con motivo del adelanto de El perfume de la tempestad, su nuevo disco solista, Carlos "Indio" Solari estuvo en ¿Cuál es? , el programa de Mario Pergolini en Rock & Pop y aprovechó para hablar de todos los temas.

Se referió a su "competidor" Gustavo Cerati, a su pelea con Skay, al ¿regreso? de los Redondos y al Gobierno nacional.
Haciendo un poco de historia, la "pica" entre Solari y Cerati venía, cuando, allá lejos y hace tiempo El Indio lideraba a Los Redonditos y Gustavo, a Soda Stereo. Sin embargo, ahora todo quedó a un lado y Solari habló de Gustavo, su ACV y su internación: "Sentí una tristeza sincera". Además, sobre la distancia que siempre hubo entre ambos, agregó: "Nunca sentí una rivalidad, para mí no existió. De haber existido esa rivalidad, a mí me enaltece. Me gustó mucho más su etapa solista, fue más aventurero, que lo que hizo en Soda. Él tenia un carácter más glamoroso".
Sus fobias. "Yo soy fóbico y lo curo evitando las situaciones que me ponen desagradablemente fóbico. Por ejemplo, tengo claustrofobia, hubo momentos en que me tuve que bajar de aviones".
Su discreción. "Alguien que hace canciones me parece que no tiene mucho más que decir. Lo hago simplemente para confirmar y avisar que tengo un trabajo flotando por ahí. No soy un tipo de silencio cuando estoy con gente".
El conflicto con Skay. "Yo salgo a contestar después de dos años cosas que escucho, pero termino contestando las cosas que se dicen mientras uno está callado. Acá hay algo que no se terminó de entender, porque la jauría de críticos decían que estábamos peleados por intereses económicos. Como no hemos quedado en buenos términos, vos sabés lo que es la edición, yo estoy detrás de la custodia artística".
Los videos del show de Racing 1998. "Respecto de lo que quedó atrapado, los videos y eso... Acá no hay algo que no se terminó de entender. Se habló de intereses económicos, y sí, yo respeto mis intereses. Gracias a Dios a mí me va bien y gano bien, y que salgan videos a la luz no me jode. Lo que me jode es que no haya una buena edición".
La posible reunión de la banda. "Lo que hay detrás de todo esto es traición. La traición tiene ese poder de arruinar todo el pasado. Yo aclaro porque se dice que hay reuniones, pero no es así. No quiero alentar expectativas de reuniones posibles, es así. Semilla (Bucciarelli, ex bajista de Los Redondos) es el único que tuvo razón cuando dijo 'Si Patricio Rey nos ve a nosotros ahora, nos caga a patadas en el culo'. Y es lo último que quiero decir de este tema".
Su relación con el Gobierno. "Hablé con Aníbal Fernández, que es ricotero, y le explicaba que ví una magnitud de jóvenes involucrados que me conmovió. Eso es lo que me conmovió de su muerte [la de Néstor Kirchner], ya que no fue alguien de mi entorno íntimo. Fui defraudado de muy joven, entonces no es que tenga una ideología en particular por alguien, no tengo ese motor político. No soy un artista militante, pero respeto a quienes sí. Un artista debe tener ideales, aunque respeto a los militantes. Soy básicamente de izquierda. No creo en las ideologías, sino en las personas que puedan llegar a ejecutar esas ideas. Me gusta ver una presidenta que hable de la manera que lo hace en la ONU, y por fin tenemos un gobierno con los cojones para enfrentar a todas las corporaciones al mismo tiempo".

Fuentes:
http://barbarieenalpargatas.blogspot.com/
http://lomejordelosmedios.blogspot.com/
http://www.youtube.com/watch?v=uyqnp1HYgts
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